Con permiso

Viento y gente

19-12-2021 / Con Permiso, Lecturas
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Cuenta María Elena que la sombrera crecía en una esquina del bosque de Gulubú. Hermoso: un árbol que da sombras y da sombreros: genera y comparte, mantiene y entrega, es y permite que otros sean.


Viento y gente

Por Luciano Debanne. 

«Había una vez un árbol tan bueno, pero tan bueno, que además de sombra daba sombreros», empieza un cuento de María Elena Walsh, y a mí me parece una idea hermosa.

Un árbol que da sombras y da sombreros: genera y comparte, mantiene y entrega, es y permite que otros sean.

Cuenta María Elena que el árbol crecía en una esquina del bosque de Gulubú y que sus habitantes iban y tomaban el sombrero que necesitaban.

Qué belleza.

Pero el mundo no es sólo eso. Dice María Elena que un día llegó el señor Platini y quiso quedarse el árbol para él.

Peor aún. Quiso que cada quien sacara su sombrero, como siempre se hizo en Gulubú, pero que le pagaran por hacerlo.

Privatizó los sombreros: se llevó el árbol que regalaba sombreros.

Aceptaba Platini que estar a la sombra fuera derecho de todos, pero quería que tener sombrero sea cosa de pocos.

Puros árboles que dan sombra pero no sombreros, quedaron en el bosque de Gulubú.

Pero el mundo tampoco es sólo eso. Vino un viento, escribe María Elena, vino un viento a poner las cosas en su lugar y sopló sobre el señor Platini y sus sombreros robados. Y persiguiendo la ganancia que aún no tenía, el señor Platini llegó hasta el desierto y ahí, solo, se perdió.

Entraron las gentes, dice María Elena, entraron a la mansión de Platini a recuperar el árbol y a plantarlo de nuevo en una esquina del bosque de Gulubú.

Viento y gente. Así las cosas para que haya de nuevo sombra y sombreros. Eso cuenta María Elena.

Llegará el día, amigos, amigas, llegará el día del viento. Llegará el día en que el viento no sólo sople en la lejana Gulubú.

La sombrera se llama el árbol, y el cuento. Búsquenlo por ahí, en su memoria, en la biblioteca, o en la internet.