Con permiso
Brasas
El mundo debería crepitar incandescente por lo bajo mientras ahí arriba se asa una felicidad.
Por Luciano Debanne.
El mundo debería tener siempre la tibieza de frente al asador en una noche de otoño.
Y debería oler así.
Y prometer lo que esa parrilla promete.
Y acompasar el tiempo al tiempo de las brasas.
El mundo debería crepitar incandescente por lo bajo mientras ahí arriba se asa una felicidad.
Debería ser un asador el mundo, en vez de esta hoguera donde mandaron quemar.
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Esa condición inigualable de ser tierra y al mismo tiempo mano jardinera; cuidando lo que crece, y siendo, simiente, condición de posibilidad.
No alcanzan nuestras manos. No alcanza nuestra buena voluntad. No alcanzan nuestros cuerpos sumados de uno en uno en medio del remolino ígneo de la desigualdad.
Con su fealdad de deidad pedestre, magnífico, rugoso, eterno en su ida y vuelta del fondo de la tierra al charco efímero de la superficie.