Alegría Ahora

48. Sueños de escuela

30-05-2023 / Alegría Ahora, Política y Sociedad
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Nos dimos un abrazo largo. Se nos llenaron de lágrimas los ojos: yo, emocionada de que estuviera vivo; él, porque su maestra fue a su casa para darle un abrazo.


48. Sueños de escuela

Otra historia indeleble en la memoria de la Escuela de Amor Político Alegría Ahora, escrita por su fundadora y rescatada en este espacio, cada martes.

48. Sueños de escuela

Mónica Lungo, viernes 6 de marzo de 2020.

«Así se burla a la muerte, con sueños de escuela.»

Tiene 22 años, es largo y flaco. Muy flaco, porque consume la peor alita que hay en el barrio y porque no tiene alimentos para burlar un poco la muerte.

Parece un espectro, hasta que me reconoce. La cara se ilumina y aparece su hermosa sonrisa.

Estaba dando vueltas por el barrio, viernes a la tarde. Viernes de brasa, buscando a nuestras brasas y lo vi en la puerta, toqué la bocina y su sonrisa me invitó a parar.

Hacía mas de 10 años que no lo veía. Estuvo preso, se fue del barrio, estuvo internado, casi muere tantas veces…

Nos dimos un abrazo largo. Se nos llenaron de lágrimas los ojos: yo, emocionada de que estuviera vivo; él, porque su maestra fue a su casa para darle un abrazo.

«Usted me enseñó a leer seño, ¿se acuerda? Ni yo creía que iba aprender, era un guachín, ¿se acuerda?»

¿Si me acuerdo? Tatuado en mi corazón él y su hermanito más chico. La primera mañana de invierno que los conocí, tenían 10 y 7 años. Muy niñitos.

«Tenemos hambre y frío, ¿podemos pasar? Le juro que nos portamos bien.»

Estaban a cargo de su hermana de 15 años. Su mamá y su papa en la cárcel, no tenían ayuda de nadie, tenían hambre y frío. Tenían miedo.

Los abrazamos con fuego. Por eso, además de comer, empezaron a estudiar.

Alta chispa se encendía cada vez que esos ojos sonreían y se olvidaban del horror .

«Ahora escribo mi nombre, siempre creí que me iba a morir sin saber escribir mi nombre… Usted ya sabe, nosotros morimos guachines seño…»

Cuando su mama salió de la cárcel, lo primero que hizo fue buscarme. Es una mujer con problemas en el barrio, porque es muy impulsiva, llena de dolores que no sabe dónde ponerlos… Siempre andaba con una punta, había gente que la quería matar.

“Permiso, le quiero agradecer porque usted le dio de comer a mis hijos cuando yo estaba encerrada. No sé cómo agradecerle… No sólo la comida, nunca pensé que iban a ir a la escuela sin mí. El más grande me escribió: «Bienvenida mamá.»

«Quiero hacer otra vida, seño. Ayúdeme, no quiero morir, no quiero vivir encerrado, quiero trabajar, quiero estar tranquilo… ¿Puedo volver a estudiar?»

Y pactamos con otro abrazo nuestro sueño 2020: terminar el primario.

Porque puede morir mañana, soñamos algo que lo proyecta 10 meses. Así se burla a la muerte, con sueños de escuela.

Subí al auto, arranqué, lo miré por el espejo y me volvió a decir gritando “¡Usted me enseñó a leer!» y se tocó el corazón (corazón rodeado de cicatrices de puñaladas).

La magia del amor político.

La fuerza de la educación humanista.

Las chispas bonitas que también nos marcan para siempre…