Por Luciano Debanne.
Nace.
Y eso es todo: una posibilidad.
De ahí la alegría y la celebración.
No es el fruto, el presente, aunque sea de dicha.
Sino aquello que la alegría inaugura.
Rompe el presente al nacer, como se rompe la tierra bajo la fuerza inocente, poderosa, gentil, milagrosa, del brote.
Se trata de la semilla, pura potencia.
Quebrando la inercia de lo existente.
Festejamos que nunca está cerrada la historia.
Y así con todo, más allá de los dioses y sus designios, sus catástrofes y sus dones, su voluntad.
Nace entre las mujeres y los hombres, arropado por el sucio y maravilloso mundo, y su amor, una posibilidad.
Y eso es todo, todo eso y nada más.
Humana, ardua, breve, nuestra, mortal.
Y por eso vive naciendo.
¡Feliz navidad!
Notas relacionadas
Las palabras que sepamos inventar
Comenzar otra vez, como la semilla, que trae en sí su pasado de flor, de rama, de tierra, de agua, de viento. Y entonces hay esperanzas. Nacerá de ahí el reparo del futuro, la sombra, el alimento, el oxígeno.
