Astilla

Rey sin corona

22-12-2023 / Astilla, Lecturas
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Con frecuencia, quienes querían entrar a un mundo, erraban y se metían al de al lado.


Rey sin corona

Por Garba.

Cuando los dragones se mezclaban con el mito de los mares, y de la oscuridad emergían las luces malas, cuentan que el universo era una casa mágica de piedra que tenía tres mundos adentro, con tres puertas aparentemente iguales.

Para entrar a la existencia humana había que responder una pregunta a una anciana sabia que, según la respuesta, indicaba dónde ir.

Así, por los siglos de los siglos.

Frases como «quiero vivir en el mejor lugar y que sea para mí» abrían la primera puerta a un mundo de casas bien separadas donde sus habitantes carecían de la capacidad de comunicarse. Por ello, cuando alguien tenía un problema y no le encontraba la vuelta, se ahogaba en sí mismx.

Frases como «quiero ser el rey absoluto y tener el poder más amplio» abrían la segunda puerta a un mundo de batallas campales y de muertes, donde nadie reinaba o uno sometía al resto.

Frases como «quiero vivir un lindo lío, conocer más, enamorarme y compartir el fuego» abrían la tercera puerta a un espacio de incertidumbre y oscilaciones que ponían en riesgo mantenerse en pie o desenvolverse con holgura, pero sin dudas, por eso, se convertía en el mejor de los mundos: allí se reía, se multiplicaban las especias y las especies, se disfrutaba de conversar y en épocas de naufragios se tendían puentes.

Nadie se salvaba solo y a la vez, todo era de todxs.

Un día, por el golpe de un meteorito, el cansancio o la mala suerte, aquella anciana se murió, dejando su puesto vacante por razones más que atendibles.

Las puertas quedaron apenas con indicaciones básicas y cada tanto alguien de allá se metía acullá. Los mundos comenzaron a parecerse, a confundirse y a peligrar.

Con frecuencia quienes querían entrar a uno, erraban y se metían al de al lado, o lo que era peor, se paseaban reyes sin corona queriendo quemar los puentes que entre todxs se habían construido. Aparecían personas indignadas por irrupciones a la propiedad ajena en donde tal definición no existía.

Hoy, escasean las rondas donde antes se compartía el fuego, la gente se enamoraba de su tierra y de otrxs, donde se soñaba y se inventaban cuentos.