Por Luciano Debanne.
En el año que comienza hablar cosas nuevas.
Nuevas palabras, con nuevas formas.
No olvidar, pero no repetir.
No repetir, pero no olvidar.
Avanzar en rulo, ir y venir de acá para allá sin volver al mismo lugar.
Hacer, crear. Inventar para no errar.
En el año que comienza, comenzar otra vez.
No el comienzo del desmemoriado, que olvida lo pasado.
No el comienzo del recién llegado, que ignora el porqué de las cosas.
No el comienzo del conquistador, que impone un final.
No el comienzo del destructor, que borra para escribir encima.
No así. Así no.
El comienzo de la semilla, que trae en sí su pasado de flor, de rama, de tierra, de agua, de viento.
La semilla que contiene en su promesa, en su don de fruto, las raíces más profundas.
La semilla que hundida en la oscuridad del suelo, inventa su camino a la luz. Para ser millones de semillas más.
Así las palabras nuevas para decir nuevas cosas.
Porque si hay inicio, hay continuidad.
Y entonces hay esperanzas:
Nacerá de ahí el reparo del futuro, la sombra, el alimento, el oxígeno.
Todo de las palabras que sepamos inventar.
Notas relacionadas
Cuando sopla el viento
Es como un anuncio de lo que está viniendo. Y sabe el pecho, el medio del pecho, nido, casa, guarida, madriguera de los sentimientos.
Desempolven la épica, poetas
Vean cómo amanece, primero el verbo, con la plegaria que pide y pidiendo crea, las manos al cielo, los pies en la tierra.
