Con Permiso

Entonces amanece

21-10-2018 / Con Permiso, Lecturas
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Sobre las sierras y las ciudades chiquitas que giran alrededor de la gran ciudad. Un pedazo de sol en los termos y los hoyuelos de las sonrisas, en las mochilas, en las canciones y anécdotas, en los montes y campos de concentración.


Entonces amanece

Por Luciano Debanne.

Antes de que amanezca alguien corre las colchas, alguien se da un baño, alguien prepara el mate, se toma un café, muerde una tostada, manda un wasap. Despierta al compañero, a la amiga, a la hermana para aprontarse a salir.

Alguien repasa su línea, imprime su parte, arma la mochila, busca su pañuelo, agrega un prendedor, una flor roja tejida, un gesto de amor.

Antes de que amanezca alguien busca el cambio desparramado en la casa, billetes para pagar el interurbano, y los chicles, o los criollos, o por las dudas que el día sea largo, vaya a saber dónde va a terminar.

Antes de que amanezca alguien dice chau y dice hola: muchas veces dice hola, muchas más de las que dice chau.

Antes de que amanezca se mueve el mundo aunque a veces no se vea, aunque la tristeza y el vértigo y la desesperación a veces no deje ver algunas cosas, más sutiles, y largas, y profundas, que pasan.

Antes de que amanezca, sobre las sierras y las ciudades chiquitas que giran alrededor de la gran ciudad, cargan en los termos y los hoyuelos de las sonrisas y las mochilas, tres, cuatro, decenas, cientos de personas… Un pedazo de sol.

Y lo llevan, llevan su pedazo de sol al encuentro con otros, con otras.

Lo llevan a las terminales y los caminos, a las canciones y las anécdotas, a los montes y los campos de concentración, a las experiencias y las discusiones y las instituciones y al futuro y a las esperanzas y a la hermandad que genera la unión.

Y amontonan en medio de una ronda grande, como una hoguera, su pedacito de sol. Lo ponen ahí y sonríen, se sonríen.

Y entonces amanece.