Por Luciano Debanne.
Cuentan que dos amigos estaban esperando el bondi en el centro de una ciudad cualquiera en medio del barullo de motores, bocinas, vendedores y paseantes y perros ladrando.
Los vagos estaban charlando de sus cosas, junto a otras personas que también esperaban.
De repente uno se detiene y le dice al otro: «escuchá cómo canta ese grillo, clavado que cambia el tiempo».
El amigo sorprendido le dice «¡Culiado! ¡Cómo hacés para escuchar un grillo en medio de este quilombo?»
Entonces el vago agarra una moneda de un peso, la deja caer en la vereda, y ve cómo todas las personas de la fila miran el suelo buscando de dónde viene el tintineo.
«No se trata de cuán fuerte es el sonido, sino de lo que a uno le interesa oír», le dice sonriendo.
Eso dicen que pasó, y a mí me hizo pensar en todas las cosas que no estaremos escuchando por no tener la atención bien orientada.
Lean los diarios con cuidado. Que les vaya lindo hoy.
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