Con permiso
Cuando llega octubre
¡Dónde dormirá el otoño del sur? ¿En el remanso de lo que se preserva para volver a ser, en el hambre de la pobreza, en el marrón seco de los nidos hechos de palitos pinchudos de tala?
Por Luciano Debanne.
¿Dónde dormirá el otoño del sur cuando llega octubre?
¿En las armaduras de quitina abandonadas por los artrópodos,
en las mañanas todavía frescas,
en el remanso de lo que se preserva para volver a ser,
en el hambre de la pobreza,
en el marrón seco de los nidos hechos de palitos pinchudos de tala,
en los pastizales de la montaña,
en los buzos gastados y finitos de media estación,
en la cadencia calma de lo intermedio,
en la fragilidad de los huesos de la vejez,
en la desolación negra de lo incendiado?
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Esa condición inigualable de ser tierra y al mismo tiempo mano jardinera; cuidando lo que crece, y siendo, simiente, condición de posibilidad.
No alcanzan nuestras manos. No alcanza nuestra buena voluntad. No alcanzan nuestros cuerpos sumados de uno en uno en medio del remolino ígneo de la desigualdad.
Con su fealdad de deidad pedestre, magnífico, rugoso, eterno en su ida y vuelta del fondo de la tierra al charco efímero de la superficie.