Por Luciano Debanne.
Se mueve, ¿viste? Se está moviendo.
Muda su piel el mundo en su transición hacia la primavera. Respira y se hamacan las hojas apenas verdes de las primeras lluvias, crujen y caen los palitos resecos por sus pequeñas muertes, asoma desde la profundidad la vida nueva que latía protegida por la oscuridad del fondo.
Y aunque quizás parezca un retroceso, de vientos fríos y días grises, no hay que confundirse. Es que muda su piel el mundo, despelecha el invierno su cuero duro para dejarle paso al calor.
Brillarán los tallos, las hojas verdes, las raíces. Las plazas y los escritorios públicos, los saludos y paseos, las risas y los llantos que trae la pasión.
Y será un festejo de abejas y mariposas, de hormigas y lombrices, de crías; y lenguas, carne, pelos, uñas, creciendo.
Creciendo.
Aunque digan los portales de noticias que nada cambia; aunque estén borrachos los posteos ocres de desilusión; aunque de nuevo nos convoquen al pañuelo de queja, pena y moco; aunque promocione inviernos quien vive de vender abrigos y locales partidarios con calefacción; aunque parezca que retrocede el tiempo y la ventana muestre ciudades grises, veredas grises, caminos grises; aunque los poetas celebren el llanto para vender los libros que escribieron en medio de la desolación; aunque ahora mismo parezca que no hay sol.
Si la mirada mira, atentamente, se percibe cómo se mueve, se está moviendo.
Preparen los festejos que vendrá la flor.
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