Con permiso

Arawana

11-07-2021 / Con Permiso, Lecturas
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Nadando los ríos de Sudamérica desde hace miles de años, incubando su descendencia en la boca, desarrolló la capacidad de mirar, al mismo tiempo tiempo, la superficie y la profundidad del agua.


Arawana

Por Luciano Debanne. 

Me contaron que la arawana es un bicho viejo. Me dicen que hace miles de años que anda por los ríos de Sudamérica. Bicho interesante la arawana: tiene la capacidad de dividir la mirada.

Pasa que la arawana come cosas que están afuera del agua. Entonces parece que desarrolló la capacidad de mirar, al mismo tiempo -eso es lo fabuloso, al mismo tiempo- la parte de arriba y la parte de abajo. El cielo y el fondo donde se mueve.

Pasa que todo el tiempo busca cosas que, en principio, parecieran fuera de su alcance, y entonces tiene que ser capaz de mirar más allá ¿entendés? Pero si pierde la atención del lugar donde está, se lo morfan o se estrola. De esa doble mirada depende su supervivencia.

Qué belleza ser capaz de mirar como la arawana. Quién pudiera…

Incuba su descendencia en la boca, la arawana, en la boca. Y sólo cuando es el momento, abre la boca y deja que salga de ella un cardumen de pequeños pececitos que nadan al mundo, a defenderse y abrirse paso. La jeta llena de vida. Pura poesía.

Algunos le dicen pez tigre o pez dragón, porque con la misma boca que da vida, mata ferozmente. A otros bichos mata, desde un grillo hasta un murciélago es capaz de morfar la arawana. ¿Sabes cómo hace? Sale del agua, salta y vuelve. Se alimenta y vuelve a su medio. Así sus días: entrar y salir, arriba y abajo, adentro y afuera.

Ahí anda la arawana nadando desde tiempos inmemoriales por los ríos barrosos de nuestra América; con su aspecto rústico, hasta monstruoso, para nuestras miradas fácilmente fascinadas por los peces payasos, tan coloridos, tan simpáticos, tan de moda, tan fáciles, tan amigos de las aguas claras y las fotos HD para el face, tan dignos de una película ATP con doblaje neutro y moraleja para gentes bien.

Así es la cosa con la arawana, el bicho que entendió que hay que atender simultáneamente la superficie y la profundidad, y cada tanto abrir la boca para llenar el mundo de vida.