Con Permiso

Repostera

4-03-2018 / Con Permiso, Lecturas
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Te habrá pasado en el barrio, o en centro, más de una vez, cuando fuiste a comprar alguna cosa para una reunión familiar o juntada de amistades. Aquí una de esas charlitas que no esperabas, mientras esperás.


Repostera

Por Luciano Debanne.

Escuchá lo que me pasó. Ella elegía los colores, en medio de una discusión sobre si el que había llevado el día antes era amarillo o salmón: Voy a llevar también de éstas porque necesito levantar. ¿Las rojas? Sí, y dame otro color que combine; está ese celeste que es fuerte, le dice el vendedor. Saca un teléfono y le muestra un foto. ¿Ves? Es para ésta parte. Sí, el celeste puede andar, ¿quiere verdes también? No, gracias, tengo del año pasado ¿estarán bien? Sí, no les hace nada, si estaban bien guardadas, mientras no tengan olor raro; no, no, nada; se pueden usar entonces.

¿Esas qué son? Gotitas de amor. Dame un poco, y voy a llevar de esos palitos de chocolate. Tengo que mejorarla porque me quedó horrible.

Mirá, me dice a mí que espero mi turno para comprar dos bandejas, y me muestra una foto de una torta enorme con personajes de Dragon Ball Z distribuidos aquí y allá. Está linda, le digo, porque en serio creo que está linda. Está horrible me dice, nunca hice una torta tan fea. Mirá esta otra que hice. Es una torta enorme de un sombrero con dos flores muy complejas. ¿Esas flores también se comen? pregunto. No, las hago en porcelana fría.

Acá tiene, dice el vendedor, va con descuento por lo del colorante amarillo… Me quedó horrible -se lamenta la señora- y eso que me quedé hasta las tres de la mañana haciéndola.

Está perfecta, le digo. Está hermosa, dice el vendedor, usted tiene muy buena mano. Ya no, dice la doña, pero sabe que sí.

Nos saluda y se va, la repostera del barrio, la que hace las tortas… Y yo me quedo ahí sonriendo, sabiendo que acabo de ser testigo de algo hermoso y único. Que todo tiene su arte, su ciencia, sus pequeños triunfos y sus pequeñas derrotas.