Etiquetadas: Luciano Debanne

Selva o huerto

Selva o huerto

Y entonces la tarea es ordenar, llevar donde falta, repartir donde sobra. Sembrar flores para que hasta los bichos más pequeños hagan también su tarea minúscula pero imprescindible en el polen.

Otras etiquetas:
Nuestro andar

Nuestro andar

Canción, palabra, llanto, susto poderoso de los miserables y los indolentes, sol y sombra, insolencia nueva, valiente grito de plaza y caña, garganta estallada, santa patrona profana de la dignidad.

Otras etiquetas:
Furibunda esperanza

Furibunda esperanza

Entren cantando al cuarto oscuro, a las tareas del día, a la espera de las cifras, a los nervios de final, a los resultados cualquiera sean. Miren a sus hijos, a sus parejas, a sus amigos, a su familia, cantando.

Otras etiquetas:
La batalla por las palabras

La batalla por las palabras

Nunca cierran su forma del todo, siempre hay quien desea su fuego, su poder, su calor. Si unos las dejan, otros les dan forma. Las aprovechan.

Otras etiquetas:
De furia y de dolor

De furia y de dolor

La sangre pronto se secó sobre la tierra, las tierras tuvieron dueños y perdieron los nombres viejos. Pero, vean cómo son las cosas, siguen soñando las niñas de hoy el sufrimiento incendiado de las abuelas.

Otras etiquetas:
Siempre más

Siempre más

Y en todas las casas un fueguito, la mesa, el pan, el mantelcito, la ropa colgada, el limonero todo lleno de flores, el perro ahí pelando un hueso, los mocosos creciendo, el alma embadurnada de felicidad, mirá.

Otras etiquetas:
Votar, aquí y ahora

Votar, aquí y ahora

Una supervivencia, una condición de posibilidad, una esperanza, una ilusión, en este país nuestro que hoy nos tajea el día a día y nos dibuja un futuro entrecortado.

Otras etiquetas:
Mirarse el ombligo, hoy

Mirarse el ombligo, hoy

Esa condición inigualable de ser tierra y al mismo tiempo mano jardinera; cuidando lo que crece, y siendo, simiente, condición de posibilidad.

Otras etiquetas:
Un mundo incendiándose

Un mundo incendiándose

No alcanzan nuestras manos. No alcanza nuestra buena voluntad. No alcanzan nuestros cuerpos sumados de uno en uno en medio del remolino ígneo de la desigualdad.

Otras etiquetas: