Con permiso

Un sol verde

14-06-2020 / Con Permiso, Lecturas
Etiquetas: ,

Hace dos años, la Cámara de Diputados dio media sanción a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Recordamos esa jornada con un cuento imperdible. Falta menos para que sea ley.


Un sol verde

Por Luciano Debanne.

Esa noche, en medio de su indecisión, tres fantasmas visitan entre sueños al legislador.

Llega primero el fantasma del pasado. Es una mujer, una mujer mayor. Le da la mano y lo lleva a una habitación con paredes de adobe. Una niña toma, de mano de una señora de trenzas blancas, una infusión de enebro y ruda, mientras otra mujer mira por la ventana atenta a que no venga nadie.

Cuando la niña levanta la cabeza para terminar el té en la tacita enlozada, el legislador cree reconocer el gesto, ese gesto mezcla de miedo, humillación y enojo que su abuela tenía cada vez que el abuelo la retaba frente a todos.

La escena se desvanece frente a sus ojos cuando intenta consolar a la niña. El fantasma del pasado lo mira y se va.

Aparece entonces el fantasma del presente, es también una mujer, una mujer de su edad. Con la mano en el hombro lo conduce hasta el living de una casa. El legislador reconoce los muebles, el viejo reloj familiar, el crucifijo de plata que pertenecía al padre de su cuñado. En la puerta de la sala está su hermana y la mujer que limpia la casa y cuida a sus sobrinos. Las dos salen, cada una para su lado, pero de alguna manera él puede seguirlas a las dos. Una en taxi, la otra en colectivo. Su hermana entra a una clínica sobre la avenida, la misma donde se atiende toda la familia. La otra mujer toca la puerta de chapa de una casa con vereda de baldosas acanaletadas. Las dos esperan. Una lee una revista del corazón, está nerviosa; la otra mira las humedades del techo, tiene miedo. Se abren al mismo tiempo dos puertas, la secretaria le dice a su hermana que pase; una voz le dice a la otra mujer que entre nomás. Las puertas se cierran. El legislador espera afuera junto al fantasma, en los dos lugares, al mismo tiempo. En la sala de espera se escucha música funcional; en la otra casita, de repente, se oye un grito, un grito de dolor.

Las salas se desvanecen, el legislador mira al fantasma con horror mientras se esfuma, a lo lejos todavía oye los gritos, el chirrido que hace la puerta al abrirse de golpe, pasos apurados.

Aparece el fantasma del futuro. Es una niña de la edad de su hija. Le sonríe, le da un papelito. Es un dibujo. Un dibujo de un sol. Un sol verde.

Amanece.