Con permiso

Sobre una hornalla

6-05-2018 / Con Permiso, Lecturas
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Bajo la mirada atenta de la cocinera, las manos sobre el delantal. Un fuego chiquito y cotidiano. Los chicos que se sientan y el frío que llega de a poco desde afuera, desde arriba.


Sobre una hornalla

Por Luciano Debanne.

Se calienta en la hornalla un jarrito de aluminio. Tan él, tan liviano, tan blando, tan baratito y sin pretensiones, tan firme junto al pueblo.

Se calienta sobre una hornalla, su manijita negra, sus remaches, sus abolladuras, su piquito dibujado a fuerza de torceduras, su ascetismo de pobreza.

Su tizne negro y eterno, su aureola dorada que dejó la leche de tanto intentar subir, su humildad en la tarea, su persistencia en la adversidad. Su empecinamiento por el fuego, por la épica mínima.

Se calienta sobre la hornalla, un jarrito de aluminio. Irradia tibieza en un comedor de una escuela, o una barriada, donde poco a poco empieza a sentirse el frío. El repasador al lado, un colador quizás.

Se calienta sobre la hornalla bajo la mirada atenta de la cocinera, las manos sobre el delantal, los chicos que se sientan, y el frío que llega de a poco desde afuera, desde arriba; y la mirada de preocupación, de pena, de certeza infinita de que junto con el frío vienen tiempos más difíciles, meses más difíciles, días más difíciles.

La mirada puesta en lo más pequeño, en lo más pequeño, en el jarrito de aluminio caliente como última frontera de resistencia, de esperanza, como fuente de reparo, de sonrisa, de amor.

Se calientan sobre el fuego chiquito y cotidiano miles de jarritos de aluminio en un país que soñó con tiempos mejores.