Con permiso

Recién nacida, a cien años

5-05-2019 / Con Permiso, Lecturas
Etiquetas: ,

Hay personas que nacieron comunes, pero después se volvieron millones de personas, inmortales como una idea, un sentimiento, un horizonte, un modo de afrontar la injusticia, una manera de intentar.


Recién nacida, a cien años

Por Luciano Debanne.

«Donde hay una necesidad, nace un derecho» diría después.

Nace un derecho, iba a decir esa recién nacida, nace un derecho.

Usó la palabra nacer. Quizás porque esa que hoy nace iba a aprender, desde temprano, que las necesidades existen, pero los derechos, los derechos se conquistan, se dan a luz.

Son hijos de un parto hecho de historia, de llantos, de carne, de sangre, de mierda, de fuerza y gritos, y del milagro de crear algo que antes no existía.

Nacen las personas y nacen los derechos, y a veces, a veces sucede que son la misma cosa.

Porque hay personas que son más que personas, hay personas que son millones de personas, personas que nacen una y otra vez en cada nacimiento, que vuelven como bandera, aunque sea hecha jirones. Hay muertos que no paran de nacer. Aunque se esfuercen por matarlos recurrentemente.

Hay personas que nacieron personas, personas comunes, pero después se volvieron otra cosa. Se volvieron inmortales como una idea, un sentimiento, un horizonte, un modo de afrontar la injusticia, una manera de intentar.

Tremenda sorpresa van a llevarse quienes creen que todas las personas son sólo personas, personas que pueden matarse. No es así, y ahí está esa recién nacida para comprobarlo, nuevamente.

Uno de esos inmortales, una vez hablaba para muchos, y llegó la noche, y quienes lo escuchaban tuvieron hambre. Mandemos a la gente a sus casas, dijeron. No, dijo él, repartamos el pan de manera que alcance para todos. No se puede, dijeron, no hay suficiente. Vamos a poder, dijo. Y repartió, y el pan alcanzó para todos. El pan alcanzó para todos. Ese es mi cuerpo, dijo antes de que lo maten por andar repartiendo el pan, ese pan soy yo. El pan repartido, el que alcanza para todos.

Así es la cosa con algunas personas que tienen a bien nacer, pero no morirse.

No se mueren porque se reparten como un pan, y entonces vuelven en millones. Millones que saben, que en algún momento recuerdan, que frente a las necesidades hay una tarea, que no está dado el futuro, que hay que dar a luz el mundo que soñamos, hacer que nazca.

Salir a pelearla. Con el cuero expuesto, descamisados.