Por Luciano Debanne.
Que voten los buenos y voten los malos. Los tristes, los rotos, los sanos. Los machos, los putos, los cojos, los rubios y los enanos. Los cortos, los medios, los largos. Los brujos y los matasanos, titulados.
Que voten las wachas, las turras, las nenas. Que voten las que lloran sus penas. Las alegres, las que comen torta y berenjena. Almuerzo y cena. Las criollas y las gringas que vienen de afuera. Las que laburan por quincena.
Los que salen a la caza y los que se la pasan esperando que pique. Los patovicas y los alfeñiques. Los pileta climatizada y los calzón en el dique. Los que saben. Los que no les sale aunque practiquen.
Que voten las que trabajan y las que viven del plan. Las que hacen dieta y las que se llenan de pan. Las veganas, las científicas, las que quitan y las que dan. Las traperas, cartoneras, y las club del clan.
Que voten los ricos, los choros y los panchos. Que voten los techo, tierra y trabajo. Los perfil bajo, los que la van de anchos. Los que juegan solos y los que arman rancho. Que voten los que muerden y los que ladran, los vivos y los cabeza de tacho.
Que voten las kukas y las anarco, las verdes y las no tanto. Las de rastas, flequillo, las minifalda y taco, alto. Las que quieren estudiar, las que van a trabajar, y las que flashean asalto al banco. Las depiladas y las pelo en el sobaco.
Los pecho frío y los fuego. Los cumbia, los hermética, y los que escuchan Tego. Los cabuleros. Los educados y los que mientras comen se tiran pedos. Los vicera y los sombreros.
Las Pelopincho, las Mardel, y las Miami. Las del grupo de mamis. Las manada, las sororas, las que tienen tetas pero son bien paquis. Las que quieren ser ratis.
Que voten los oscuros, los duros, los puros, los troskos. Los buena onda y los hoscos. Los rosca, los pechera, los birra y tablón. Que voten los que ceden el asiento, y los si señor. Los roñosos y los Dior. Los Hilux y los caja de camión. Los que rezan, los ateos y los que reniegan de Dios. Los sueltos, los de la organización.
Que voten las Techo, las Greenpeace. Las quinceañeras y las viejitas que huelen a pis. Las que están de acuerdo, con un matiz. Las cosplay, las kawaii. Las yeguas alimentadas a maíz.
Que voten los jopo y los joroba. Los escrachos, los esquinas, los que andan a la moda. Los freestaleros, los de la Mona. Los que viven de joda. Los pasti de diseño, los vino y soda.
Que voten las chichis, las cordero y las lobas. Las que tiene pito y las que tienen chocha. Las progres y las conservadoras. Las cobras. Las que se sacan fotos en bolas y postean en las redes mostrando la cola. Las mosquitas muertas y las que todas.
Que voten los tinchos, los raules, las milipili, las pi, los wachos, doña Rosa. Los señores y las señoras. Que voten to’ mezclados, como en una licuadora.
Que voten todas, todos, todes que si no los frenamos no se van a ir. Ahora frenarlos, después discutir. Un solo voto, sin dividir.
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Mirarse el ombligo, hoy
Esa condición inigualable de ser tierra y al mismo tiempo mano jardinera; cuidando lo que crece, y siendo, simiente, condición de posibilidad.
Un mundo incendiándose
No alcanzan nuestras manos. No alcanza nuestra buena voluntad. No alcanzan nuestros cuerpos sumados de uno en uno en medio del remolino ígneo de la desigualdad.
