» Notas personales redaccion 351

Por Luciano Debanne.

Vi unos esquineros de Pelopincho amarillos en la ferretería y pensé en mi papá. Hay amuletos con formas extrañas.

¿A qué cosas estarán anudadas las memorias sobre nosotros y nuestros breves andares?

Recuerdo a mis viejos escuchando la radio la noche de aquella alzada militar. Para mí la radio es eso, la democracia es eso, el miedo político es eso. Eso era lo que se movía adentro mío cuando vi las primeras imágenes del 2001, y cuando vi el golpe de estado que encarceló a Chávez a través de los ojos golpistas de la TV.

Había también un oso rosado con un arco iris que era de mi hermana y eso es quizás mi imagen de su infancia, que es la mía. Un oso rosado que por ahí debe andar. Lleno de polvo, pero todavía sonriendo.

La otra vez pase por la calle donde transcurrió buena parte de mi juventud y lo único que queda en pie son los kioscos. Los mismos kioscos de antes. Los demás negocios cerraron o mutaron, o simplemente se desvanecieron de tanto no verme pasar. Pero los kioscos siguen.

Lo chiquito, mirá, como el esquinero de la Pelopincho. Capaz lo más burdo soporta mejor el paso del tiempo, lo más cotidiano, lo más casual, lo más así nomás.

Vaya a saber qué esfuerzos habrá hecho el viejo por perdurar, y al final es un esquinero amarillo en una ferretería de barrio. Un verano en casa, una lona verde, un tipo renegando con unos caños calientes de estar al sol y un esquinero gastado, hasta hacerlos entrar. Y yo tirándome de panza a la pileta, desde el esquinero.

Disculpen las notas personales, pero pensaba que quizás con otras cosas más importantes, más colectivas, más de búsquedas comunes, pensaba que capaz con esas cosas, tal vez, sea igual.