Por Luciano Debanne.
La derecha se disfraza y ya no la ves venir,
usa traje de copada, de inocente y referí,
lo mismo que reprime, revolea un adoquín,
va y enciende la mecha, y se prende al rintintín
se hace amiga de los pibes convidándole un tatín,
gesticula ante los malos, saluda tu berretín,
y te dice que ella sabe que vos no sos ningún gil.
Gil.
Sale en la redes aplaudiendo tu causa,
te dice que sabe, que entiende, te abraza,
se enoja, parece, pero es pura farsa:
anda disfrazada, es gorra y es transa.
La derecha se te mete en la jeta y en las venas,
se te llena el enojo de esa mirada ajena,
se te infiltra en las filas de la organización,
en las marchas, el corte, el ruido y el bardo
y de a poco te ves dándole la razón.
Y entonces, magia, te celebran
los diarios, los trending, los programas de radio,
los amigos en las redes, vivos y otarios,
y sentís que por fin te dan la razón.
Pero la banca no pierde aunque te sientas ganador,
clin caja, otro poroto para el mostrador.
Se aprovecha de la mierda,
se infiltra, va de pierna,
hace gracia de tu desgracia,
usa tu fuerza a su favor,
son servicios si son canas,
y patovas cuando cabe irla de trabajador.
La derecha se memea, tira streaming,
fantasmea,
va de guapo cuando pega vestida de laburante,
y hace risa cuando encara de jugador atorrante.
La derecha se disfraza y ya no la ves venir,
se mete bien adentro mientras te hace reír.
Hay que leer las noticias, la redes, los memes,
siempre un poquito, o bastante, a contrapelo;
ejercer la pregunta, cuestionar el envión,
y ver quién anda contento con eso que salió,
con eso que entretiene desde la televisión.
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