
Por Luciano Debanne.
¿Cuánto tiempo recordará el cuerpo? ¿Horas, días, años, siglos?
¿Sanará junto con la piel? ¿Con la caricia del después del dolor? ¿Con las estaciones, y las lunas, y las temporadas de lluvia y frío y calor?
¿Brillarán los huesos con las risas, incluso más allá de la alegría? ¿Se encenderá el pecho, de adentro para afuera, con el amor incluso más allá de la muerte, de las muertes?
¿Sonarán su ritmo las venas, galoparán su oxígeno, más allá del agite efímero y su cansancio de recién nomás?
¿Andaremos nuestra carne arremolinada en un puro presente, o resonarán en nuestras cavidades las historias que se contaron hace siglos nuestros antigüos, un día como hoy, alrededor de un fuego, mientras afuera llovía?
¿Seremos responsables de la dicha y la pena de los que vendrán, navegando el tiempo, a través de nuestra sangre? ¿O solo de quienes nos rodean, aquí y ahora, en este espacio, más grande o más chico, que llamamos hogar?
Andamos siempre en compañía, incluso en soledad.