Con permiso

Multiplicar

12-04-2020 / Con Permiso, Lecturas
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Tal vez el ateísmo viene de la mano de la incapacidad, del evidente desinterés por multiplicar las felicidades, por garantizar que en todas las casas haya siempre alegres sorpresas envueltas en dulzuras.


Multiplicar

Por Luciano Debanne.

Me cuenta la Vale que en una charla con mi niño, sale el tema de la Pascua.

Ella lo interroga: «Y a vos ¿qué te gusta de la Pascua?»

«Tres cosas», porque le gustan las enumeraciones y le gustan que sean de a tres. Y enumera: los huevos de Pascuas, Jesús que es Dios, y una tercera que inventa y no tiene sentido… Es que le gustan las enumeraciones y le gusta que sean de a tres, aunque las opciones sean sólo dos.

«¿Y si tuvieras que elegir una?», le pregunta la madre con malicia.

El pibe piensa. La madre, y yo mientras me cuenta la anécdota, y nuestro ateísmo galopante, todos apostamos por los huevos de Pascuas.

El pibe piensa, vacila.

Finalmente lo tiene: «elijo a Dios», dice.

Me quedo perplejo al oír el relato. La madre me mira con la misma malicia con que le hizo la pregunta al niño.

«Elijo a Dios porque puede hacer multiplicar los huevos de Pascuas». Gol.

Yo me quedo pensando que al final de eso se trata.

¿Para qué otra cosa sería necesario un Dios sino para multiplicar los placeres y las alegrías, para poblar el mundo de chocolates, y risas, y felicidad?

¿Quién podría seguir confiando en un Dios, un Estado, un gobierno, una institución cualquiera, que no es capaz de hacer eso?

No sé, sospecho que el ateísmo y la incredulidad viene de la mano de la incapacidad, del evidente desinterés, por multiplicar las felicidades. De la escasez de huevos, y los recurrentes fallidos por garantizar que en todas las casas haya siempre, no una sino múltiples, alegres sorpresas envueltas en dulzuras.

Lo demás son cuentos con moraleja, historias de miedo, vía crucis en eterna procesión.

Culto a la tortura y la muerte, y la culpa; puestas en el centro de la escena para desviar la atención.