Con permiso

Mucha cosa

13-10-2019 / Con Permiso, Lecturas
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Hay días que ni te acordás qué hiciste al principio y ni te acordás qué hiciste al final.


Mucha cosa

Por Luciano Debanne.

Hay días que terminan como un siglo después de que empezaron. Y no te hablo de cansancio, o sí, también, pero no es cansancio nomás.

Hay días que están tan gordos de cosas, que hasta parece que se indigestó todo, y cuando vas volviendo pensás que quizás fue mucho. Que estaría bien que te tiren el cuerito de la vida a ver si se te cura el empacho, porque qué llenazón, qué ganas de sacarse de encima todas esas charlas, esas tareas, esas andanzas, esos pequeños pedazos de cosas, esos cabos sueltos y esos crímenes perfectos, esos semáforos y pantallas, las vanidades y las vanaglorias, las fotos, las anotaciones, las tardanzas. Que ganas de vomitarlo todo, ahí, sin procesar.

Hay días así, indigestos de tanta cosa hecha y por hacer.

Días que terminan en un cansancio atrás de los ojos, y un sueño que no es sueño porque seguís medio pasado, y esa como puntada en la nuca, acá mirá, todo acá.

Y ojo, capaz que todo estuvo bien, o casi todo estuvo bien, o más o menos bien, o mal, pero el problema no es eso sino que fue mucho, mucha cosa.

Hay días que ni te acordás que hiciste al principio y ni te acordás que hiciste al final.

Y encima qué calor o qué frío. Comamos unas salchichas nomás o pedite algo, no sé si llego a ver un capítulo completo, y ¿te enteraste lo que hicieron hoy estos impresentables? No, dejá, mañana me contás, hoy ya está.

Hay días que uno siente que fue mucho o al menos que algunas cuantas cosas estuvieron de más.