Por Luciano Debanne.
¿De quién es el agua y quién decide sobre ella?
¿En manos de quién, a las manos de quién?
¿Cómo circula el agua, quién la hace circular?
¿Qué poderes tiene el agua circulando y qué poderes tiene quien hace que el agua deje de circular? ¿A quién sirve cada poder? ¿Qué alimenta cada poder? ¿Qué riega?
Si las manos que hacen circular el agua son manos obreras,
manos comunes, manos pueblo,
manos de tomar agua y de salpicar
en los calurosos días donde todo está prendido fuego;
si esas manos hacen que el agua pase de mano en mano,
hasta calmar la sed,
y humedecer el terrón,
y refrescar el ocio, merecido ocio, de quienes trabajan;
si las manos del agua son manos que cooperan
mojadas de justicia y equidad y utopías de vidas mejores:
¿Quién querría que no sea más eso que es?
¿A quién le sirve que las manos que llevan el agua, cooperando, ya no lo hagan?
¿A quién le sirve la sequía?
¿A quién le sirve la sed?
¿A quién le sirve tener el agua en sus manos, y por qué?