
Por Garba.
¿Vos sabés cuántos años vive una chancha?
No cuánto la dejan, sino, ¿cuánto viviría sin la sombra del hombre?
El mismo que asiste a la perdurabilidad de sus mascotas.
Sabemos que un perro vive unos quince años, un gato hasta veinte. Que un loro puede incluso llegar a los treinta y que las personas humanas con dinero y recursos llegan a vivir hasta pasados los ochenta con holgura.
¿Y los otros?
¿Cómo es la línea del tiempo de las especies a las que matan para comerlas sin la sombra del hombre en las espaldas?
¿Cómo es la vejez de un toro? ¿Corre hasta sus últimos días de viejo?
¿Sabías acaso que las terneras libres cuando están contentas saltan como cabras?
Cada plato servido, regado de sangre, es un ciclo vital interrumpido, un tajo en la redonda vuelta del ecosistema que estuvo antes y estará mañana.
¿Cómo cantaría un pollo sin la prisa del cuchillo en la garganta?
¡Pero ay!
¡Tu pequeña molestia en la comodidad de tu alimentación balanceada!
¡Tu molestia!
¡Cómo es posible!
¡Ay! ¡Cómo te perturban los activistas de los derechos de los animales, las antiespecistas, tan extremas, y las que llegamos a tu mesa vivas y sanas sin la rueda de la muerte en los dedos!
Lo comprendo,
¿quién quiere que venga otre y le recuerde de lo que es capaz?