Por Luciano Debanne.
Si hiciéramos un bestiario de criaturas fantásticas y monstruos, ¿qué formas tendrían hoy nuestros miedos y nuestros deseos?
Si fuera un bestiario capaz de urgar en nuestro espíritu, en nuestras profundidades, en lo más oscuro de nuestro corazón, ¿qué sustos contarían esos cuentos, qué maravillas?
¿Cuáles serían nuestros monstruos hoy? ¿Serán acaso diferentes a los de antes?
¿Nos asombran cosas nuevas?
¿Nos asustan cosas nuevas?
¿Qué contornos tendrá hoy lo desconocido?
No me contesten. Sus respuestas acá seguramente serán improcedentes.
Nadie habla tan livianamente de las verdaderas formas de su miedo.
Aunque quizás ahí descanse un pista para conocernos, para entender todo esto que pasa.
¿Pero quién se atrevería a buscarla?
¿Quién, atreviéndose, sería capaz de volver con la respuesta?
¿Quién, volviendo, estaría en condiciones de contarlo, de ponerle palabras comprensibles a los límites de nuestra humanidad?
Si alguien hiciera ese bestiario, si alguien pudiera, ¿quién de nosotros se asomaría a sus páginas?
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