Astilla

La conquista

12-10-2023 / Astilla, Lecturas
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Hoy desperté pensando en el descubrimiento exterminador y su inesperada actualidad.


La conquista

Por Garba.

Aún nos resta conquistar el fuego de la justicia.

Gritar hasta que alguien oiga y cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Toda esta manía que tengo con esto de los negros, de los indios, de los pobres, pudiendo hablar de otros temas…

Qué molesta…

Es que sé que en mí habitan muchas otras. Las que no supieron, a las que no dejaron. Las más oscuras, las menos visibles, las que se ponían casi de espaldas a una foto.

A las que un día sacaron de su tierra y las llevaron a las ciudades.

Las que perdieron el nombre porque la negritud no tenía palabra escrita ni apellido.

Hoy desperté pensando en el descubrimiento exterminador y su inesperada actualidad.

Fantasmas queriendo reinstaurar el viejo orden de las cosas: carabelas, Cristóbal, la reina buena del Puerto de Palos, y nosotras en taparrabos, pintadas de carbón, como adorno de la conquista, vestidas con bolsas de arpillera en los actos escolares.

Hoy me desperté pensando en los intentos fallidos de emancipación, en los logros que escasean como escasea la fe, en la gente que vota creyéndose hacendada, sin tener hacienda, para que ni por asomo se la confunda con quien tiene un poco menos.

¡Tengo un miedo!

¿Cómo hablar de otra cosa cuando veo que otra vez caeremos en las oscuridades donde jamás ganan las que siguen estando abajo?

¿Iremos camino a la destrucción inevitable?

Por momentos me siento una amazona escapando entre la maleza con un par de flechas de caña verde, defendiendo lo poco que le queda, con la selva en las espaldas y el dominio al frente.

Y los títulos de los manuales: los salvajes, los indios, atacaban de improviso a conquistadores y a salvadores jesuitas que llegaban para descubrirnos ante los ojos de su dios.

Sí, es sabido, no soy una amazona.

Las he podido conocer.

Las mujeres de la selva son altas y de rasgos fuertes. Grandotas, poderosas, morenas, acostumbradas al calor agobiante y a la humedad.

Con el tigre en los ojos.

Ustedes no saben, si no se han adentrado a las fauces del río Nanay, lo distintas que son.

En ellas no hay duda.