
Por Luciano Debanne.
Vaya uno a saber qué parte de uno sale cuando el humito ese del frío se escapa, arrebatado, por la boca.
Debe ser diferente según cada quién.
Porque no todos los fríos son iguales, ni lo que hay adentro, ni el remolino que se forma, ni a dónde va a parar.
Se nos deben escapar cosas diferentes según la forma de la boca, la tensión de los labios, el calor de la panza, las palabras que se nos caen al hablar.
Y capaz hay quien sabe leer el humo del frío y según lo que forma sabe si se escapa una pena, una alegría, un espera o una desesperanza, o el último resto de calidez que ya no pudo con lo implacable de la noche invernal.
Vaya uno a saber cómo es que para tantas cosas distintas el mismo azar.