Con permiso

Esperanza

11-08-2019 / Con Permiso, Lecturas
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A veces sólo ella en nuestras tristes manos para trazar las líneas que tendremos por únicas guías. Tan rústica, tan mineral, tan necesitada de una carcasa de vida dura, de buena madera.


Esperanza

Por Luciano Debanne.

Como un lapicito con la punta redondeada, la esperanza. Con su trazo suave, grisecito, endeble. Tan fácil de borrar, la esperanza. Tan fuera de moda, tan no permitida en las evaluaciones oficiales, como un lapicito con la punta redondeada, la esperanza.

A veces acarreando su propio destino de olvido, sus ausencias rosadas y aferradas con oropeles, como uno de esos lapicitos, la esperanza.

Tan rústica, tan mineral, tan necesitada de una carcasa de vida dura, de buena madera, la esperanza.

A veces sólo ella en nuestras tristes manos para trazar las líneas que tendremos por únicas guías, a veces sólo ella para dibujar las palabras que deben ser dichas, a veces sólo eso para germinar los borradores, los ensayos, que después escribiremos con sangre para que no se borren nunca jamás.

La esperanza, regalo de los caritativos, de los planes sociales, de las ofertas del mercado, de los limitados alcances de nuestro esfuerzo después de gastar todo en pan y abrigo.

La esperanza, tantas veces colgada de las orejas de los laburantes y de los poetas del pobrerío.

La esperanza, herramienta de trabajo del artesano avanzado e instrumento inicial para escribir los primeros trazos, infantiles, erróneos, dudosos, propios, nuevos.

La esperanza, atisbo de futuro trazando las historias que aunque viejas aún no fueron contadas debidamente.

La esperanza, lápiz de los pueblos, pequeña luz de humanidad en la oscuridad de la hoja en blanco.