Con Permiso

Emily

14-04-2019 / Con Permiso, Lecturas
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Acá estamos, leyéndola, y acá está ella, escribiéndonos. Quizás porque hay una experiencia humana que nos une y nos hermana. Quizás hay que encontrar ese hilo y hacer el esfuerzo por hilvanarlo.


Emily

Por Luciano Debanne.

Me desperté temprano, muy temprano, muy muy temprano, porque me desvelé y entonces agarré un libro, hermoso, que me regaló la Vale. Me lo trajo de un viaje, un libro de Emily Dickinson, que es una señora de Estados Unidos que escribió muchos años, y hace muchos años, sin que nadie haya sabido que escribía, porque escribía en su casa, en la casa de su papá, de donde nunca salió, hasta los cincuenta y pico años en que se fue, pero muerta, o sea se fue de la casa y de todos lados, y dejó de escribir poemas y cartas, porque también escribía muchas cartas, bellas, como poemas, y resulta que cuando se murió, su hermana encontró más de mil poemas y cartas, guardados en un baúl, y entonces las publicó, pero nadie leyó esos libros durante muchos años, y recién muchos años después empezaron a circular, vaya uno a saber por qué, mágicamente, a abrirse paso, sus poemas, sus cartas, sus palabras que ella nunca publicó, pero ahí están ahora en medio de mi insomnio, de mi desvelo, las palabras que Emily Dickinson escribió sin preocuparse por echarlas a andar.

Ahí está ese verso que empieza diciendo en inglés: «I’m Nobody!» Que significa No soy nadie, o yo nadie soy, y que termina diciendo:

¡Que triste es ser alguien!
¡Vulgar como una rana
Que canta su nombre todo el santo día
A un pantano que aplaude!

Sospecho que no le hubiesen gustado las redes sociales a Emily Dickinson. Sospecho que a nosotros, aquí reunidos, tampoco nos hubiese gustado su vida.

Y sin embargo acá estamos leyéndola y acá está ella escribiéndonos. Quizás porque hay una experiencia humana que nos une, y nos hermana.

Quizás hay que encontrar ese hilo, quizás hay que hacer el esfuerzo por hilvanarlo, y tejer con él, un mundo sin bombas, ni hambre, ni injusticias, ni dolor.

¿Pero de qué cosas está hecho ese hilo?

Morí por la belleza, decía Emily en la página 39, morí por la belleza y a poco de quedarme en la tumba, uno que murió por la verdad yacía en el cuarto contiguo.

Me preguntó en voz baja por qué morí, por la belleza, y yo por la verdad, «las dos son una: somos hermanos».

Hablamos de un cuarto al otro,
Hasta que el musgo alcanzó nuestros labios
Y cubrió nuestros nombres.

Qué bonito, ¿no? Nadie sabía que lo había escrito hasta que se murió.

Y así anduvo por la vida sin que nadie hubiera sabido que tenía el corazón atado a toda la humanidad. Así anduvo sin que supiéramos.

Eso quería contarles, eso nada más.