Por Luciano Debanne.
Si el tiempo se enrulara ahora mismo como este pedazo de mondongo que me tocó y nosotros los de ahora compartiéramos de repente este cielo de hoy con aquellos del Cordobazo, este frescor que ahora hace, este enojo y esta sorna con la que vemos el noticiero…
Si fuera ahora mismo tiempo de conmemorar lo que está pasando y no lo que pasó; si los dirigentes de ahora aparecieran junto a los de antes, y los gremios junto a aquellos agremiados del 69; y los estudiantes de la nueva Facultad de Sociales o de Comunicación estuvieran frente a aquellos caballos…
Si las molotov se hicieran con botellas de patagonia 24.7 que encontramos en la bolsa de basura de ese bar de Güemes, si las barricadas estuvieran hechas con los contenedores de plástico de Mestre y de fondo brillaran los semáforos de led, y un ford Ka ardiendo dado vuelta…
Si nos escondiéramos ante la avanzada de caballería en el Patio Olmos en lugar de en las galerías del centro, y viniera gendarmería con sus uniformes camuflados mezclados con los de la CAP…
Si los estudiantes de Nueva Córdoba se cruzaran con los del Clínicas, y los peronistas de Atilio López se juntaran en las calles con la muchachada cristinista…
Escúchenme compañeros, si el tiempo hecho un rulo como este mondongo, como este cacho de tripa gorda que cortaron mal, como un fideo guisero que se retuerce en la olla, nos pusiera ahora mismo a nosotros, a los que estamos acá reunidos y a nuestro mundo, nuestros debates, nuestras debacles, nuestras lógicas de construcción política, lado a lado con esos del cordobazo, ¿nos miraríamos con afecto, con distancia, con desconfianza, con orgullo, con complicidad, con odio?
¿Nos daríamos un abrazo fraterno y llenaríamos los vasos unos de los otros, o nos contaríamos las costillas, viendo a quién le toca hablar, o por qué dijo lo que dijo el que dijo?
¿Si el tiempo hecho un rulo como un mondongo nos pusiera cara a cara con nuestros héroes, reconocerían ellos, a pesar de todo, sus luchas en las nuestras? ¿Nos reconoceríamos nosotros en sus luchas, en sus prácticas, en sus valores, en sus anécdotas, así como se reconocen los oligarcas generación tras generación en los campos de polo y la Rural?
Yo sueño con que así sea, porque el día que no seamos capaces de… ¿Qué? Ah sí, sí… Perdón, perdón… Disculpe compañero, no quise interrumpir su discurso, creo que este locro está pulsudo y ese vino estuvo de más. Me siento. Siga usted que para eso lo eligieron.
¡Que viva el Cordobazo!
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Mirarse el ombligo, hoy
Esa condición inigualable de ser tierra y al mismo tiempo mano jardinera; cuidando lo que crece, y siendo, simiente, condición de posibilidad.
Un mundo incendiándose
No alcanzan nuestras manos. No alcanza nuestra buena voluntad. No alcanzan nuestros cuerpos sumados de uno en uno en medio del remolino ígneo de la desigualdad.
