Por Garba.
Una niña comienza a apilar cajitas de fósforos en forma de pirámide en una esquina de Bulnes en barrio Pueyrredón, justo a la misma hora que un albañil en la Ciudad Oculta termina de encofrar una pared con una ventana triangular.
Si supieran que son sus fuerzas conjuntas las que mantienen el equilibrio del mundo, quizás se sentirían menos miserables al caer la tarde: la niña volviendo a su casa después de caminar 17 cuadras con las monedas de la venta de fósforos y el albañil lavándose las manos gastadas por la cal de los años.
Hace muchísimo tiempo, estaba presente en una charla de Umberto Eco y lo escuché decir en su italiano petulante: no me hagan caso con lo que he escrito antes, siempre me contradigo, las estructuras sólo sirven para poder romperlas.
¿Sabrá la niña?
¿El albañil?
¿Nosotrxs?
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