
Por Luciano Debanne.
¿Por qué puede resultar poético un texto escrito a partir de palabras tiradas por el predictivo de un teléfono?
Quizás porque el acto de leer es un acto creativo, como el de escribir.
O dicho de otro modo, porque la poesía no descansa sólo sobre la sensibilidad de quien escribe sino también, y quizás fundamentalmente, de quien lee.
Si creemos eso, si creemos que el acto de lectura también puede ser un acto poético, que quien lee también crea, entonces es imprescindible aprender a leer complejamente, quizás más que aprender a escribir.
Porque, ya sabemos, hasta un robot puede ordenar palabras coherentemente, pero no puede leerlas a contrapelo.
Y todo esto quizás nos permita pensar también que un acto conservador -como el que genera un software o (mirá lo que te digo) una empresa, una institución, ordenando un discurso a partir de nuestros usos y costumbres- tal vez puede ser leído en clave creativa, poética, si hay lectores capaces de leer a contrapelo.
Si así fuera, hay esperanzas más allá de lo poderoso que sea lo instituido.
Hay esperanza y una tarea.