Por Luciano Debanne.
Con mis hijos no te metas, primavera.
No los hagas florecer, que la savia no suba al cielo.
Con mis hijos no te metas, primavera.
El azul del hielo, el rosa veneno. Nunca el verde, verde sol, verde anuncio de vida nueva.
Con mis hijos no te metas, primavera.
Que no germinen sus ideas, que no conquisten las paredes grises de la iglesia los tallos nuevos de la enredadera.
Con mis hijos no te metas, primavera.
Que ocupen mi lugar de tronco seco, de colchón de hojas marrones, de raíz enterrada bajo el suelo.
No quiero que sean. No quiero que vuelen. No quiero que nazcan al viento, perfumados, y llenos de insectos.
Con mis hijos no te metas, primavera, clama en las calles, inútilmente, el invierno.
Y por sobre sus exclamaciones, de cara al cielo, en las veredas pintan de colores sus hojas los lapachos, los malvones de maceta, y las tipas de la cañada y la costanera.
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