Por Luciano Debanne.
Quizás nunca llamaste a alguien compañero.
Quizás nunca estuviste ahí. No sabes de ese sentimiento. Capaz por eso.
Compañero, compañera, correligionario, correligionaria, hermano, hermana, camarada. No es lo mismo, pero medio que da igual. Capaz vos nunca… Capaz vivís en un mundo de colegas, o ni eso. Capaz ni eso, capaz peor, capaz es puro señor o señora, o por el título: doctor, licenciado, ingeniero. Capaz sólo conociste eso.
Qué se yo, no te digo que es todo, pero medio que te define, sabés… Si te jode, si el ‘compañeros’ te jode, si no te interpela en tu presente, ni te remonta a algún momento de la vida, bueno, qué decirte, sos de otro palo, está todo bien, pero sos de otro palo.
No es que acá somos todos amigos, ni queremos andar juntos, ni ahí. Pero compartimos eso, ese sentimiento. Es algo que nos hermana con la historia, que vuelve a la política algo medio primitivo, pero en el buen sentido, algo físico, emocional. No sé, es difícil de explicar, porque es un sentimiento, ¿entendés? como el amor o la amistad, pero otra cosa.
Y yo quería decirte, humildemente, que si no estuviste nunca ahí, con los compañeros, en la calle, en una reunión, planeando transformar algo, algo eh cualquier cosa, aunque sea chiquito, bueno, te perdiste de algo importante, sabés, hay algunas cosas que nunca vas a entender.
Y se te nota, se te nota todo el tiempo, pero cuando hablas de política, cuando opinas sobre el país, o sobre lo que pasa en Latinoamérica, ahí se te nota más, y medio que aburre, medio que aburre.
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