Por Luciano Debanne.
A mí me gusta cuando vos decís «si quieren cosas que laburen, como hago yo».
Me gusta porque vos laburás, laburás y laburás, pero seguís sin tener cosas. Laburás, laburás, laburás, pero no te aumentan el sueldo de onda, por laburar mucho.
No es que te levantás a las 6 de la mañana todos los días y llegás a tu casa ya medio de noche pero te compraste una casa con patio y andás en un Mercedes Benz. No, seguís tirado.
No es que hacés horas extras que no te pagan, cambiás turnos sin aviso, te dejás dormir el aguinaldo, y estás siempre con el culo en la mano por un despido, pero cada vez vivís mejor. No, seguís cagado.
Entonces ¿por qué decís eso? ¿Por qué decís «si quieren cosas que laburen, como yo»? ¿Si no conseguiste nada laburando? O al menos no conseguiste lo que querías.
Pasa que te clavaron en el marulo que ser dócil garpa y que hacer quilombo no garpa. Cómo al burrito que meten cada noche al corral.
Pero cada pequeño avance, incluso el descuento que te hacen con la mutual cuando comprás el Ibuprofeno para poder ir a laburar y que no te descuenten el día, es producto de que alguien, alguna vez, hizo quilombo.
Que vos tengas techo, mira lo que te digo, que vos tengas techo ahora, incluso ese que alquilás, es consecuencia de que en algún momento de la historia hubo gente, capaz hasta pariente tuya, que estuvo igual, igualito que ahora peleando contra la policía, la justicia cómplice, el gobierno amigo de los empresarios y los dueños de las tierras.
Esa gente a la que mandás a laburar para tener cosas son tus abuelos, tus bisabuelos o tus tatarabuelos.
Y si no me creés averiguá, esta noche mirá a tu alrededor y pensá: «Los derechos que tengo, ¿cuándo empezaron? ¿Por qué tengo esto que tengo? ¿De dónde salió, quién me lo dio, quién lo tenía antes que yo?
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