Por Luciano Debanne.
Foto: Christian Jurmussi.
Es como la huella de los animales que se hace senda de tanto andarla. Y llega el día en que somos baqueanos de esos caminos, tanto que podemos reconocerlos aunque parezca que ya que no están.
Y es que hay caminos que son dibujos tatuados en nuestro recuerdo. Baqueanos de senderos que quizás ya no transitamos.
Pero también hay otros, a veces grandes veredas, a veces pequeños atajos, a veces bifurcaciones imprevistas, que son parte de nuestros recorridos cotidianos, de eso que tímidamente llamamos felicidad.
Celebrar esos caminos y esos andares.
Agradecer y celebrar.