Por Garba.
¿Te conté? Soñé con vos.
Me levantaba y al salir de casa había un auto y un chico bajando materiales y ordenándolos al frente.
Me acercaba para ver qué corchos pasaba y eras vos, igual que cuando nos vimos por última vez hace más de veinte años, cuando fuimos con Guille el que tocaba con nosotrxs a tu casa de recién casado y te ayudamos a instalar el ventilador de techo poniendo las paletas al revés.
En el sueño nos saludábamos con un cariño largo, ¡con unas ganas y una alegría!
¿Trajiste el bajo?
Me contabas que te estabas yendo a Corrientes por trabajo y viste un cartel que decía Córdoba y dijiste: pego el volantazo y la visito, le arreglo todo lo que no le ande en la casa, hacemos música y paseamos.
Tenías una remera negra de una banda y el pelo también negro con flequillo como usás pero sin una sola cana.
Te llevaba a una obra de teatro y nos sentábamos incómodamente a un costadito.
Se metía gente al lado y yo terminaba atrás tuyo como en trencito y te rodeaba el cuello con los brazos como si hiciera eso todos los días.
Qué atrevida.
Después salía por algo y aparecía lejos y en patas, cosa de los sueños, ¿no? queriendo volver y sin celular para avisarte y debía cruzar una calle en la que habían removido toda la tierra, que era negra y esponjosa, como de yunga frondosa.
Un señor me avisaba que no cruce en patas porque estaba lleno de hormigas rojas.
No le hacía caso y empezaba a correr por sobre el terreno que poco a poco me iba chupando.
No podía seguir porque las hormigas me picaban y eran grandes y tropicales como la tierra.
Vos aparecías con un perro que no era ni tuyo ni mío y me dabas la mano para sacarme de allí, nos reíamos y de la risa al abrazo y del abrazo al beso.
Un beso de sueño.
Me despertó una de las perras mías que quería salir (pesada).
Traté de volver a la cama para encontrarte de nuevo en el sueño, pero no, nada, ni noticias.
Sólo me quedaba escribirlo rápido para que no sea otra historia que se me escapa de las manos como arena fina de obra.
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