Por Luciano Debanne
Acá al frente, en la plaza, hay un grupo de vecinos que están adornando las luces y armando un arbolito con botellas recicladas y porquerías así.
Es que están organizando una feria con todas esas cosas.
¿Son lindos los adornos? No.
¿Eso que hacen cambia los dolores más urgentes? No.
¿Esas personas están en contra de este gobierno de exclusión? No sé, pero me animo a decir que muchos de ellos seguramente no.
Y sin embargo ahí hay algo.
Hay algo ahí, en ese grupo de vecinos cagándose de calor un mediodía de sábado, vistiendo la plaza con adornos navideños hechos con sus manos a partir de los desechos, sin nada para ganar, sin que nadie se los pida, de onda.
Hay un sentido de comunidad y preocupación por el mundo, que se enraíza en una o varias de las tradiciones anti o pre capitalistas que andan dando vuelta, superpuestas con el consumo más obsceno y discriminatorio.
Hay algo ahí que hace que sea posible pensar el futuro de manera no determinista, ni lineal. Algo que nos obliga a ser creativos y generosos en nuestras lecturas y estrategias.
Algo que hace que sea posible seguir esperanzados incluso en medio de toda esta mierda.
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