Con Permiso

Anochece

5-07-2020 / Con Permiso, Lecturas
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Sobre la estatua de Jerónimo Luis de Cabrera, sobre el dibujo blanco de la catedral hecho de piedra en el suelo, sobre el humo de las barricadas del Cordobazo, sobre los torturados del D2.


Anochece

Por Luciano Debanne.

Anochece sobre las cruces de las iglesias y los cementerios, sobre los brazos en cruz de Jiménez, sobre la cruz que forman los puentes sobre el Suquía, sobre el cruce de Colón y General Paz.

Anochece sobre el Cinerama, y los que charlan sentados en el calicanto de la Cañada, sobre las familias que escapan al frío y a la desolación en la Terminal nueva, sobre el Sargento y esa bestia mansa y con la panza llena de ecos que es la Vieja Usina.

Anochece sobre los bares y los balcones de Nueva Córdoba, sobre la memoria llena de putas del Abasto, sobre los puestos de artesanías de Güemes que miran de reojo a las casas de decoración de la calle Belgrano.

Anochece sobre los autos que ven despegar los aviones y aterrizar los besos, las manos, los cuerpos, a la orilla del aeropuerto; sobre los telos de camino a Calera, sobre la cara iluminada por la última tuca de los wachos del trope, sobre los tachos de la circunvalación.

Anochece sobre la garita de La Perla, sobre San Vicente, sobre la antena de La Ranchada, de Radio Sur, de Cadena 3, sobre la cara de Tosco iluminada por las luces del Patio Olmos, y de la Casa Radical.

Anochece sobre la estatua de Jerónimo Luis de Cabrera al que le pusieron un diario La Voz del Interior en las manos porque entre conquistadores no hay cornadas ni se pisan la manguera.

Anochece sobre el dibujo blanco de la catedral hecho de piedra en el suelo como si fuese una sombra, sobre la plaza España despanzurrada, sobre la casa de Evita en ciudad universitaria, sobre el Parque Autóctono, el Chateau, el zoológico, y las escaleras del Parque Sarmiento.

Anochece sobre las marcas aún presentes de los tranvías en Alberdi, sobre el humo de las barricadas del Cordobazo, sobre los torturados del D2.

Anochece y alguien cuenta un chiste, alguien revuelve un fernet con el dedo, alguien llegado de otra provincia se asoma a la ciudad por primera vez, para quedarse, para siempre, para acunar su vida en la tonada cordobesa.

Anochece sobre el pueblo de La Toma que llora un genocidio, un olvido recurrente, una condena de silencio.

Anochece y ahí arriba brillan las mismas estrellas que en el año 1573.