Entrevista

Víctimas de Tangalanga

26-12-2016 / Agenda, Entrevistas, Menos Mitos
Etiquetas: , , , ,

El sábado 7 de enero se estrena en Córdoba el documental de Diego Recalde sobre el genial humorista telefónico y quienes padecieron sus bromas. Compartimos una charla imperdible.


Víctimas de Tangalanga

Por Juan Fragueiro.

El Dr. Tangalanga es el más famoso referente de las bromas telefónicas. Comenzó a mediados de los ’60 con el objetivo de distraer a un amigo que estaba muy enfermo. Grababa sus llamadas, que eran provocaciones a gente con ciertos oficios, donde les reclamaba por servicios mal efectuados (plomeros, enfermeras, porteros, mecánicos, etc.), o directamente con fuertes insultos invitando a una charla con mucha ira y humor.

Estos llamados grabados circulaban en cassettes entre sus amigos, quienes a su vez los regrababan y terminaban copiados y reproducidos por miles de personas. Esta es la primera época de Tangalanga, quizás la mejor por la frescura y espontaneidad, ya que sus “víctimas” eran sorprendidas en su buena fe.

Diego Recalde, director de «Sidra, Habano y Cigarrillos», «Te.Ves» y «El Periodista» (todas estrenadas en la sala del Cine Teatro Córdoba), dedicó cinco años de trabajo intenso y de investigación en la calle buscando, justamente, a las “Víctimas” de Tangalanga». Y de eso trata su nuevo documental dividido en tres partes.

Una cosa absolutamente meritoria es que Recalde estrena estos tres documentales en una única función, a la hora cero, en la cadena de cines comerciales Hoyts del Patio Olmos. Según la demanda del público, esas funciones resisten en el tiempo. En Buenos Aires, estuvo casi un mes en cartelera. ¿Córdoba será capaz de lo mismo?

En la Docta, la cita es el 7 de enero a la hora cero (o sea que a las 23.59 hs del 6 de enero tenés que estar en la fila.

Charla con Recalde.

-Hablemos de Tangalanga… Padre del humor puteante, algo así como quien hace del humor una causa militante y fervorosa.

-Sí, es cierto. Tangalanga es el padre de la puteada pero para mí, fue mucho más que un humorista grosero. Es un fenómeno social. Es un tipo que inventó un formato único. Está al nivel de Borges y Piazzolla en el sentido de que creó un lenguaje absolutamente personal. Una forma de expresión donde la mala palabra dejó de ser mala para volverse una palabra más. La despojó del prejuicio que la condena al conjunto de las malas palabras. La rescató, la elevó y le dio una legitimidad que no tenía. Él fue el primero en mezclar con naturalidad el lenguaje civilizado con la expresión bárbara y crear un idioma único. Fue un genio que generó un punto de encuentro entre la civilización y la barbarie. Por eso, sospecho, tiene fanáticos en todas las clases sociales.

-En los ’90, en pleno auge de la era menemista, fui uno de sus humildes discípulos. Tenía un programa en una FM trucha («La Pelela de la Pulga») que se basaba en atender llamados al aire directamente. El diálogo era el urbano el de la calle y la puteada estaba insertada en el formato. Me liberaba putear, mandar a la mierda a la gente de mierda, y al hijo de puta decirle que era un hijo de puta. Claro que en «La Docta» eso no podía durar mucho así que de tanto mandar a la mierda me mandaron al mismo sitio con una censura entendible… Pero, volviendo a Tangalanga, los primeros cassettes, los caseros, los que circulaban entre algunos pocos seguidores, tenían la frescura de ese lenguaje al que te referís. La palabra no es mala, las acciones son malas, las palabras no pegan o mejor dicho, son más cereras que una trompada. Un argumento para echarme de la radio fue que yo sufría de coprolalia (que es el síndrome de las malas palabras). Hiciste todo un trabajo de investigación buscando a las víctimas. No fue fácil, pero cuando las hallabas, ¿no sentías que las estabas jodiendo de nuevo? ¿Como organizaste esa búsqueda?

-¡Ja! Evidentemente algunos se manejan con clasificaciones rígidas que no llevan a ningún lugar. La grosería de hoy será mañana un término naif. Indefectiblemente. Así como envejecemos, las palabras también envejecen. Hace cien años atrás decirle a alguien botarate era un insulto terrible. Hoy causa gracia. Lo mismo va a pasar con la palabra pelotudo. Vos recién subrayaste algo que me pareció interesante: el fenómeno de la clandestinidad, que es otra de las características singulares que tuvo el fenómeno Tangalanga. A veces, cuando se me da por hacer comparaciones ociosas, creo que esas cintas que escuchábamos una y otra vez, fueron en un punto similares a lo que ocurrió con los cassettes clandestinos del General Perón que circularon allá por los años setenta. Por eso (y por otros motivos que me exceden) ambas generaciones somos tan distintas. Porque la juventud del setenta creció escuchando los cassettes clandestinos de Perón. En cambio, los jóvenes del ochenta, crecimos escuchando los casetes clandestinos de Tangalanga. Una generación se tomó en serio el llamado de la historia. Nosotros nos reímos del llamado y de la historia.

-La historia, ¡Vieja de mierda! ¡Seguramente le chifla el orto!

-¿Cómo y en qué momento se me ocurrió la idea de ir a buscar a las víctimas de Tangalanga? Así como existen las heridas que no cierran, yo tenía una risa que no cerraba. Yo crecí escuchando los cassettes clandestinos de Tangalanga a tal punto de saberme muchos llamados de memoria, y repetirlos como en un Radamán. Durante muchos años de mi vida me dormía escuchando esos cassettes, para despertarme riendo. Mi obsesión llegó a tal grado de locura que cuando iba a bailar y encaraba una chica, aparte de las consabidas preguntas «¿estudiás?» o «¿trabajás?», o «¿de qué signo sos?», mi tercera pregunta era si le gustaba Tangalanga. Lo bueno es que en la medida en que me fui relacionando con otras personas, me di cuenta de que no era el único que estaba preso de tan insólita obsesión. Había muchos otros a los que le pasaba lo mismo que a mí. En aquel entonces, cuando escuchaba esos cassettes, como todos, quería conocerlo al Doctor, que en aquel entonces para mí era Tarufetti y era el líder de nuestra secta. Pero también como muchos, quería conocer a las víctimas. Quería saber dónde vivían, cómo vivían… En ese entonces no me animé a rastrearlas. Pero ya se sabe que la obsesión es más fuerte que el amor. Y tarde o temprano viene por vos. Es por eso que después de casi treinta años, acorralado por la asignatura pendiente, me decidí y salí a buscarlas. Necesitaba cerrar una historia personal que estoy seguro, era también la de muchos. Necesitaba ponerle cara a esa silueta anónima para conocer el otro lado del cassette. Ahora bien, el proceso de buscar a las víctimas no fue nada fácil. Más bien muy complicado, porque Tangalanga dejó muy pocas pistas en las llamadas. A lo sumo una esquina, un nombre, los números finales de un teléfono. Con esas pocas pistas salí a buscarlos. Me llevó cinco años y te puedo asegurar que fue un verdadero trabajo de campo. Porque no me quedé en mi casa buscando data por google, que en rigor ofrecía poco y nada. No. Fui tocando timbre por los barrios, preguntándole a los vecinos si conocían a la víctima que buscaba. Volví al periodismo puro, al de calle.

-En eso también está la militancia. Porque no se trataba de escucharlo a Tangalanga y nada más. Había que hacer copias de los cassettes y pasárselos a muchos amigos. Usando un término moderno: ¡»viralizar» las jodas telefónicas!

-Exactamente. Además no nos olvidemos que Tangalanga modificó la forma de expresión de toda una generación. Nos legó una forma de pensar y de hablar que hizo que muchos seguidores saliéramos a expresarnos como se expresaba el Doctor, incluso imitándolo descaradamente. Hizo que saliéramos a hacer cargadas telefónicas, obviamente sin el talento que él tenía. Por eso afirmo sin ponerme colorado que Tangalanga fue más que un humorista, fue un líder social.

-¿Cuál fue la víctima más odiosa? ¿Cuál la más difícil de encontrar?

-La más difícil de encontrar fue mi víctima favorita: La tarotista alias la tía Esther. Cinco años tardé. Por suerte la encontré y como no podía ser de otra forma, cierra la película, que hoy ya es una trilogía.

-Y no sólo cargadas, también nos animamos a escrachar y putear al mal mecánico, al mal empleado público, al hijo de puta del vecino que te estaciona en la entrada del garage… El método Tangalanga es perfecto, porque al otro lo pone en estado de alteración y vos podés disfrutar de una suave venganza. Esther… ¡Divina la adivina! ¡Y el plomero de Junín! ¿Lo conociste a Tangalanga?

-Sí, lo conocí. Una vez me lo encontré en la calle, lo reconocí y me dejó que lo acompañara hasta su casa. Fue uno de los momentos más grandiosos de mi vida. Por suerte no se volvió a repetir. Eso me permite tener una visión absolutamente idealizada de quien fue, para mí, el tercer genio que dio este país, después de Borges y Piazzolla. Curiosamente, los tres eran bilingües. Curiosamente, los tres no terminaron el secundario.

-Los tres pilares de la cultura. Casi fundacionales del ser argentino.

-Y curiosamente, cuando digo que eran bilingües me refiero no sólo a que hablaban dos lenguas sino que hablaban las mismas dos lenguas: español e inglés… Exactamente. Los tres pilares fundacionales de la cultura argentina.

-¡Ahora entiendo por qué debería haber estudiado ingles! Me quedé afuera…

-Yo también… ¡Y terminé el secundario! ¡Qué mal hicimos!

-Estamos a tiempo, podemos apostatar contra el título de bachiller y aprender inglés on line, de one… ¡El plomero de Junín tambien es un episodio fuerte!

-Y por suerte lo encontré. Aparece en la primera parte.

-¿Cómo reaccionaron?

-Hermosamente.

-Y para vos debe haber sido como una excursión arqueológica, ¡con alegría descontrolada cuando encontrabas estos tesoros de la historia Tangalanista!

-Volví a tener 10 años, si es que alguna vez dejé de tenerlos.

-Pensar que a vos te llevó cinco años de un trabajo a conciencia y sin descanso, renovando tus espíritus adolescentes… Y al pelotudo de Spielberg le pagan trillones por hacer esas mierdas de los dinosaurios en un año y todo computadorizado. Decididamente, este mundo es una mierda Recalde…

-Ja. Tenés razón. Como diría Tangalanga, un remierda.

-Estuviste en algunas funciones. ¿Todo el público conocía a Tangalanga o algunos lo descubren ahora gracias a vos?

-Algunos lo descubren y es más, empezó a gustarles a partir de la película.

-¡He notado eso! Porque ahora, antes de irme a dormir, el rito es cafe, parisiennes y un Tangalanga en YouTube, ¡y veo que hay visitas nuevas! ¡Sos como un resucitador!

-¿Sabés a quién empezó a gustarles? ¡A las novias y/o esposas de los fans! Que haciendo un enorme sacrificio han decidido acompañarlos a sus novios y/o maridos a cada una de las proyecciones.

-Ahora que lo mencionás, vuelvo al principio de la charla, cuando para vos una condición que debía reunir la chica era conocer las bromas de Tangalanga… ¿Tuviste resultado con alguna?

-No. En líneas generales, las mujeres se sumaron al fenómeno recién en el 2000, cuando la mujer empezó a conquistar nuevos espacios: entre ellos el de darse permiso para putear. Porque originariamente Tangalanga fue un fenómeno masculino.

-Habría que modernizar la publicidad de los Virginia Slims, cuando decía «has recorrido muchacha, un largo camino ya». Si en ese camino no estuvo Tangalanga, sólo fue una huella en la banquina.

-Así es.

-Un gran admirador de Tangalanga era Spinetta, ¿verdad?

-Sí. Y un gran entregador de víctimas. Entre ellos, Francisco, el del lubricentro, a quien también lo encontré.

-¡Nooo! ¿Ese fue una entrega?

-Así es.

-Coincidimos en que el primer Tangalanga, el de los cassettes caseros, es mucho mejor y más fresco que aquel Tangalanga que le hacía jodas a los famosos (entre ellos Corona, Betiana Blum y otros) cuando fue contratado creo que por canal 9…

-Sí. Ahí se perdió la magia. Algo que incluso me dijeron muchas víctimas.

-¿Y él pudo hacer alguna diferencia o el «establishment» se aprovechó?

-Pudo y también lo cagaron.

-Por mi parte, le voy a pedir al Niño Dios, a Santa Claus, a Papá Noel y a Aristóteles, que vayan muchos cordobeses a ver «Victimas de Tangalanga» en Hoyts el 7 de enero. Por vos y por el maestro (además merecemos ver la segunda y la tercera parte). ¿Viste que hiciste una trilogía como la del sueco Millenium? Hasta ese día repetiré como un mantra «no seas pelotudo, Tangalanga en cines, pelotudo.»

-¡Como Star Wars, de George Lucas! De hecho, la parte 2, como Star Wars, trae consigo una revelación.

Tangalanga 2… ¿es la luz?

-Sí. Y que sigue iluminando.

-¡Que la modestia se apodere de Clint Eastwood!

Avance

Agendá:

«Víctimas de Tangalanga» – Documental de Diego Recalde.

Sábado 7 de enero – 0.30 horas.

Hoyts Patio Olmos.