Entrevista post concierto

Diego Marioni presentó «Cosiquiando»

2-11-2014 / Crónicas, Crónicas a Destiempo, Entrevistas
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El domingo 19 de octubre, junto a una copiosa lista de artistas invitados, el músico catamarqueño compartió las obras de un gran trabajo en celebración del canto y la danza de las distintas regiones de nuestro país. La previa de un recital suele incluir entrevistas varias a su protagonista. Para molestar nomás, este espacio le cayó después, para compartir impresiones de una noche inolvidable.


Diego Marioni presentó «Cosiquiando»

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Paul Amiune.

El domingo del día de la madre, Diego Marioni presentó su gran disco en el Teatro San Martín. Fue un evento esperado, por la riqueza de una obra que recorre el territorio nacional desde sus colores y sonoridades, por innumerables adelantos que fueron alimentando la necesidad de una presentación si se quiere formal, pero sobre todo, por la fiesta asegurada que supone «Cosiquiando» desde el acercamiento de tantos artistas queridos a un chango que, valga la redundancia, viene haciéndose querer desde que se puso el canto al hombro de la vida.

Entonces, conscientes de que los días previos a un concierto suelen encontrar a cualquier artista en un trajín agotador por varios medios de difusión, pero más conscientes aún de que las agujas de convocatoria a un evento se nos mueren de risa como espacio de recomendación, nos mudamos del antes al después, con la pretensión desubicada de ir a buscar un testimonio, a manera de registro de lo que pasó.

Fuimos al recital, disfrutamos, anotamos, armamos preguntas y las compartimos. A su regreso de la presentación del disco en Catamarca, recibimos las respuestas de Diego y un agradecimiento que redoblamos.

Aunque el manual onírico de diseño suponga una justificación, las negritas son innecesarias. Se ruega una disculpa. Vamos pues:

Cuando entramos al Teatro, nos encontramos con una docena de micrófonos desparramados, una batería pequeña a la izquierda, varias sillas y una gran pantalla en el fondo. A veces, la primera imagen pone a los espectadores a jugar. Esos fierros brillando bajo los haces de luz cuentan una historia de amistades, de abrazos largos, de reconocimientos al trabajo… Un recuerdo de horas y horas de alegría que de repente se resumen en un escenario. Debe haber mucho para contar, y algo para destacar. ¡Te escuchamos Diego!

Pffffff ¿Mucho para contar? ¿Abrazos largos? ¡Distancias largas resumidas en un acorde! ¡Acordes interminables prolongados en el recuerdo de tantos y tantas hermanas que a lo largo de este bendito país tengo gracias a esta culilla (inquieta), cosiquiadora que es la música! Todo eso se resumía en esta “presentación oficial” en Córdoba, sumado todo el trajín que una producción independiente (que en realidad es súper dependiente de la gente que uno tiene al lado, sin la que probablemente cosas como estas no se harían) requiere. Aunque no veía las horas de hacer el show, fue la primera vez en años de música y discos propios y ajenos, que me tomé la libertad de presentarlo varios meses después de su nacimiento, capaz que porque el proceso de gestación fue mucho más largo que cualquiera de mis discos anteriores, o por ahí para disfrutarlo un poco o incluso “foguearlo” diría mi viejo, antes de su exposición pública formal; o tal vez (creo que fue esta la razón) para que la gente pudiera conocerlo previamente e ir al Teatro coreando el «Diablito» por ejemplo, sintiéndose ya parte de ese viaje de Anita, cumpliendo así con uno de los tantos objetivos de «Cosiquiando»: desdibujar la línea que separa al “artista” del resto de los mortales, devenidos ahora en “público”.

Minutos antes del inicio, chicos correteando entre las filas de la platea, madres mimadas en su día, más chicos preguntando “Pa, ¿qué es eso?; padres contestando “son palcos hijo”; abuelos con nietos a upa; más chicos tropezando y aterrizando en la alfombra de los pasillos, y la voz en off avisando que la programación dará comienzo en 10 minutos, luego en cinco, luego las luces que se van apagando… ¿Cómo fueron esos minutos antes del inicio?

Intensos… Yendo y viniendo, pidiéndole cosas al técnico de monitoreo, hablando con unos y otras y finalmente repasando el guion del “chou”, rodeado de todos mis compañeros… Creo que recién ahí me di cuenta de lo que estaba por pasar… Y fue ese el segundo más crítico, comparable con la primera vez que viajé a Buenos Aires manejando un auto y al llegar a la autopista que se abre en cinco carriles tuve que decidir en cuestión de segundos si me sumaba a la horda de autos rabiosos o me bancaba los bocinazos. Por supuesto apreté el acelerador… Y ahí fuimos, al encuentro del comienzo de la historia, en medio de abrazos y palmadas y tragos de agua y la emoción de esa tremenda pantalla anunciando que el viaje comenzaba, casi como lo que en aquel momento era la presentación de Mazinger Z!!!

La proyección del comienzo de la presentación de «Cosiquiando» nos llevó a Tierra del Fuego, a un cuento que nos introduce en el mundo de Ana, a la magia de una uva, de una abeja y de los espíritus de la tierra. Si “Cosiquiando” tuviera un segundo nombre, sería “Turucutún”.

¡Sí!, y si Ana tuviera segundo nombre sería Uma, como Uma Luz Camisulli Pantoja, quien compartió su voz con Anita. Y en ese ¡Turucutún! que “El Tata” le transfiere a Anita, retumba nuestro país musical y llega a oídos de los Espíritus, que si miramos bien son nuestros bichos, esos que a veces peligran…

Un capítulo aparte las proyecciones bellísimas, las narradoras y el narrador.

Muchas cosas que se generan en la cabeza como una ilusión intangible, a veces cuando se materializan conservan esta condición. Ese fue el caso del trabajo de Nicolás Crespo, quien animó y proyectó los dibujos de Esteban Loeschbor (Pesk), responsable visual de «Cosiquiando», y las narraciones de Coqui Dutto, Sole Rebelles y Mariano Medina, este último, Duende Culillo pariente del Diablito, con la virtud de generar y generar todo el tiempo, con quien compartimos los textos del libro.

Cada tema del disco es una postal de amores sobre el escenario. “La atareada” con Mariano Clavijo, con una línea de tres guitarras tremendas en el fondo: Daniel Soria, Miguel Rivaynera y Eric Marteau Porta. ¿Cómo se llevaron esos tres muchachos en los ensayos?

Creo que el amor por nuestra música es lo que hace que una cueca compuesta por un norteño y un mediterráneo y acompañada en vivo por un litoraleño, otro norteño y un sureño suene bien cuyana! Y si así, a veinte metros de distancia, sonaron tremendas esas guitarras, ¡no te imaginás lo que eran a medio metro en los ensayos! Trabajo que estuvo bajo la dirección de Daniel Soria, con quien compartimos desde hace un tiempo los escenarios “Cosiquiando”.

En un momento saludás y preguntás, como afirmando, “¿Se puede saludar en el teatro no? El saludo de la gente fue como si hubiéramos estado en una juntada familiar. Ahí nomás entra Romina López para cerrar la foto con “Tonada de nochecita”. Cuesta imaginar las discusiones que puede tener una pareja si canta así para un público… ¿Ustedes no discuten nunca verdad? Bah, pueden discutir hasta que alguno entone cualquier verso de cualquier copla y ya está… ¿No?

¡Jaja! Disentir, discutir y encontrar un punto medio es lo más sano que puede ocurrir en una relación. Si una pareja no discute nunca es pa’ preocuparse che… Con Romi compartimos la vida y la música hace más de doce años. Esos caminos se juntan y se separan todo el tiempo, pero es este «Cosiquiando» el que nos pone en una situación diferente, a la par, confirmando el camino elegido,  y pa’ colmo llega Valentín a escuchar atento, aplaudir y charlar en su todavía media legua desde el público… No hay qué discutir.

Después del segundo relato, subió José Luis Aguirre para acompañarte con el gato “Los musiqueros”. ¡En un momento hubo un duelo de zapateos! ¿Qué se puede decir de José Luis Aguirre para quererlo un poco menos de lo que lo queremos? Ya damos vergüenza de la admiración que le tenemos… Nunca se lo pude decir aún. No importa. ¡Lo critiquemos un poco!

¡Así es, pa’ colmo hasta zapatear sabe! Jaja. Cuando pensé en los invitados para grabar el gato cuyano de «Cosiquiando», no me tembló la pera a la hora de decidir que era tarea para la tropa Transerrana: Guillo Bonaparte, Barba Torres y el José a la cabeza, porque esa música es parte de la cotidianeidad de esas geografías y además porque admiro mucho al Guillito, al Barba y a ese changuito culillo de José Luis, ¡que lo único que sabe hacer son cosas lindas!

Si no anoté mal, después del relato de “Pampa”, subió José Ceña, para acompañarte con la guitarra en la “Milonga de la basura”. Hablaste de Carnota y un poco se aflojaron las medias la verdad. Recorrer los nombres de los invitados en el disco y en la presentación fue una alegría pareja. Dan ganas de preguntar cómo fue el proceso de elegir invitados al recital.

Por un motivo de intereses de algunos gremialistas se determinó realizar un paro el día de presentación del disco, en agosto, por lo que se reprogramó para octubre. Siempre la idea fue presentarlo con los intérpretes cordobeses que habían participado del disco, aunque en aquella fecha además se sumaban Raly, de corazón Los Copla y José Ceña, todos residentes en Córdoba, y el único que venía de “afuera” era el  Chango Spasiuk. Después, por cuestiones de agenda, el único que pudo estar presente fue José Ceña, un referente bonaerense, amigo de escenarios compartidos, que desde hace tiempo mora en Capilla del Monte y que aunque no participó del disco, me pareció la persona indicada para compartir ese homenaje a Raúl, el valiente juglar que un día se volvió eterno.

Para la huella “Caminito de plata”, llamaste a uno y se llenó de nuevo el escenario. «Vamos Negrito Tello» dijiste, y subió Sebastián, y ahí nomás Dani Soria y Romina y el Negro Valdivia y María, su compañera. Del lado nuestro, fue una hermosura. ¿Te detuviste a mirar las caras de las primeras filas? ¿Qué pasa en ese momento?

Sinceramente no, no pude aunque me hubiera encantado. Ese tema, justamente ese, requiere de una conexión especial. Es un tema de a dos, podríamos decir que es un tema de amor, por más que su temática no lo sea, o sí… Porque en el disco participaron el dúo Wagner/Tajan, una pareja de músicos, amigos del alma de Romi y míos, que residen en la Plata. Después cuando presentamos el disco en Tecnopolis en el marco del Encuentro «Músicas de Provincia», lo cantamos con Romi y coronando todo lo bailaron el Negrito Valdivia y Yanina Arias, y por eso es muy difícil mirar más allá del amor que inunda el escenario…

Luego del cuento que ve al Río de la Plata como una gigantesca leche chocolatada, hubo un momento de gran silencio y total oscuridad. Justo en ese momento, se oyó el llanto de un chico, más bien de un bebé. Fue la antesala perfecta para el “Vals del miedo”, con Pablo Jaurena en el bandoneón y Piero Baigorria en el bajo. Pasan las generaciones, cambian los héroes, pero el cuco parece ser el mismo de siempre. ¿Anduvo molestando entre bambalinas? ¿A qué le teme un artista cuando sube el escenario?

¡Jaja! ¡El Cuco siempre anda Cosiquiando, tentando a esto y aquello, preparando las almas para el disfrute, como el Diablito del Carnaval! Yo creo que el miedo de un artista, por lo menos el mío a veces, es que el Diablo se haya queda’o chupando por ahí y no haya venido a preparar a esas almas que están al frente! Y si eso pasa debe ser muy difícil viajar… ¡Kusiya Kusiya Pachamama!

El “Tango picante” con el violín de Mauri Pregot fue una belleza. Mortal la historia de la pulga y el piojo que se van pasear en Chihuahua. ¿De dónde salen esas cosas Marioni? ¿Cuánto hay de literatura infantil y cuánto de andar jorobando en la calle a la hora de la siesta?

He andado “pataperriando” mucho a la siesta. La mayoría de las canciones de este disco son basadas en vivencias, sin ir más lejos el nombre de este trabajo es una palabra que usaba mucho de chango, muy catamarqueña dicho sea de paso. Admiro muchísimo a la gente que puede urdir historias de la nada y con ingredientes fantásticos. Muy pocas veces he podido, creo que una de esas fue el Tango Picante, que por otro lado es una simple historia de una pulga y un piojo que se encuentran en un bar. Vivimos muy apurados como para tener conciencia de cuántas veces por día suceden encuentros como este.

El cuento «Antes de la lluvia», con el sapo de luz, la mosca y la nube, quedó chanta con el chamamé “Barquito de Mar Chiquita”. Creo que Seba Bergallo tomó el bajo, Seba Anisky el acordeón, Dani Soria la guitarra y vos también, la guitarra por primera vez. Como que te habías dado un descanso con tantos ñatos grossos alrededor. Más tarde te veremos con la flauta, pero también está el bombo. ¿Cuál es tu instrumento?

Difícil la respuesta… La percusión es lo que más me tira. Toco el bombo y canto desde muy chico (y también bailé muchos años, lo cual está muy ligado a la percusión también), pero los instrumentos en general siempre me sedujeron. Toqué la bata en una época (heavy metal más precisamente) (nota del entrevistador: ¡aguante Mégadeth!); después en algún momento comencé a jugar con los vientos, la quena primero y después me atrajo la traversa y ahí nomás el saxo; de hecho son los responsables de mi elección de residir en Córdoba (y no quiere decir esto que haya elegido ser cordobés, como sugieren por ahí, catucho hasta tuétano m’ijo! jaja), y la guitarra fue mi compañera cuando empecé a esbozar algunas canciones y así. Si pudiera tendría una pieza de instrumentos sólo pa’ jugar nomás; así y todo la percusión es lo que más me atrapa a la hora de investigar y combinar timbres y es con lo que más he transgredido la formalidad de un instrumento.

Con la acordeona, la guitarra, los yacarés en la pantalla y los versos de los pescadores con escamas y los sueños con aletas, “El puente de las mojarras” nos mandó derecho al litoral. Otra muestra de que el disco no deja región del país por saludar. ¿Cuál fue, de todas las músicas, la que presentó mayores desafíos?

La de mayor desafío fue la Milonga de la Basura, ya que era un género con el que no había trabajado nunca, pero como a todos, lo tenía “en la oreja”. Entonces reescuché a gente como Yupanqui y Omar Moreno Palacios y decidí encarar como temática el tratamiento de la basura, ¡tan complejo como las rimas en décimas! Y después de idas y vueltas quedó y en el primero que pensé fue en Raúl Carnota y ¡oh sorpresa!  la respuesta de Raúl no sólo fue de aceptación sino que además venía con palabras de elogio para la miloguita. Chau…

De mirar la luna y una ballena desde el acantilado del cuento “De lunería”, de pronto el escenario se vuelve a poblar de músicos y tu saludo a la Patagonia, “tan bella y lejana, a veces tristemente lejana”, nos pone a todos a mirar al sur. Nacho Ducasse se suma a la batería; hay una luz anaranjada como de atardecer en el Paraná que quedó del tema anterior, y que de repente cambia al azul. Tenemos un país interminable y lo pudiste meter en un disco. Ahí nomás, el cuento del chelko para volar al Noroeste y esa entrada sorpresiva desde el fondo de la platea con las cajas, Capi Nieva con el erke y los chicos del coro de Collegium sobre el escenario para la vidala “Animaladas”. ¿Recordás cómo viviste ese momento?

¡Sí! La sensación fue la de la travesura de niño a la siesta. ¡Esa fue! Estar agazapados detrás de las cortinas de entrada de la sala, sabiendo que la gente no se esperaba lo que estaba por pasar, conteniendo las risas, esperando que termine el cuento para explotar de norte por las cajas y ese Erke del Capi y otra vez el Diablo moviendo la batuta! Fue increíble pasar tan cerca de las caras encendidas de la gente, no entendiendo bien qué pasaba y mirando hipnotizados el Erke que pasaba a escaso medio metro de sus cabezas… ¡Travesura cumplida!

Lindo chico ese Juan Iñaki. Cuando te acompañó con el Bailecito se ubicó que era tu recital porque si llegaba a soltar la voz nos íbamos a tener que sujetar la pelambre que él dejó ir. Capaz que debe cantar así de envidioso de la pelambre ajena. ¿Usted qué opina Marioni?

Que si esa es la condición pa’ cantar así, dejemos ir todo pues! ¡Jaja! Juan es otro de los admirados amigos que la música me ha brindado, uno de los pocos “guardianes de la copla” que moran por estos pagos. ¡Changuito Churo si los hay!

Por ahí dijiste más o menos esto: “Cosiquiar es hacer cosas, divertirse, ser feliz, andurriar…” Hablaste de las bestias que aparecen en el disco y, de repente, Juan Falú en la pantalla, con la guitarra, y vos en vivo con el bombo. Aparecen los bailarines para bailar en el proscenio y suena la “Zambita para los árboles”. Gracias. Muchas gracias. Consigna: decir algo más largo que “de nada”.

Primero: ¡de nada! Y después, una de las cosas más lindas que tiene el quehacer artístico es la falta de límites. Juan, uno de los “bestias” de este país musical es, además de un tipo sencillo lleno de historias por el mundo, un docente incansable. Cosiquiando de algún modo es pariente de su Cajita de Música Argentina, ese tremendo material pedagógico que editó hace un par de años… Ese video lo filmó Lorena Crespo en el Estudio Desdémona, de Martín y Sebastián Bergallo (todos partes fundamentales de los cimientos de Cosiquiando), un ratito antes de la grabación de Juan, en el momento en que yo le cantaba la zambita para que él hiciera un machete de la armonía, los rieles sobre los que el tren humeante de su música viajaría de una punta a otra del diapasón… Realmente sin palabras…

Mariano Clavijo también andaría bárbaro de animador de bailes, ¿no?  «Muteame el canal ese» mandaste. Todo por la contentura del cumpa para esa chacarera triple y trunca. Triple como los de miga, como algunos alfajores, como las vacunas, como en el básquet. De repente: “¡Tercera!” Claro… ¡Por eso es triple! ¿Qué opinará Valdivia por ejemplo de esta indisciplina?

¡Jaja! Sí señor! ¡Triple han dicho! La triplecita nace así de tres patas como una parodia a las canciones de raíz folclórica compuestas para chicos que a veces no conservan la forma pero si el nombre del ritmo y generalmente les falta o una estrofa o un verso ¿ah? ¿Es o no es?  Y no digo esto desde un lugar conservador, pasa que esas cosas, además de transmitir  erróneamente una chacarera o una zamba o lo que sea, separa abruptamente a la música de la danza, ambas fundamentales. Con Mariano Clavijo, mi hermano mediterráneo, gran hacedor de chacareras, hemos hecho ya varias canciones que “el presentador”, otra parodia ya que estamos, ha sabido prologar ante variados públicos, cosa que nos vale las carcajadas más con un vinito de por medio. Nada estaba preparado, ni aquel duelo de “mudanzas” ni el presentador y fueron esas algunas de las cosas que le imprimieron el gozoso vértigo del “vivo”… Si hay algo que Valdivia va a hacer es bailarte lo que sea como sea: chacarera triple, gato rengo, cueca clueca, ¡lo que quieras! Jaja. El Negro tiene esa cualidad del viento, andar el paisaje musical a su antojo.

¿Cómo es la cosa con “El diablito del carnaval”? Músicos por todos lados, chicos bailando por todos lados, padres rompiendo las filas, coreando el estribillo, todo alborotado. No lo ví poniendo orden. Más bien todo lo contrario. ¿Usted en su casa hace lo mismo? ¿Qué explicación tiene para dar?

Ya lo había anticipado, siempre anda el Diablito dando vueltas y esa noche fue una prueba de lo que digo. ¡Todos empujados a hacer diabluras! A gozar como se debe la música, ¡sin medias tintas! Es acaso lo único que nos une en una celebración común desde el fondo del tiempo. Y en casa por supuesto que hacemos lo mismo, instrumentos por todos lados donde se toca en el momento que viene la gana, así como al pasar suena un tambor ¡Turucutún! Y volviendo “al orden no impuesto”, la idea es que cada uno entienda que la música no es sólo cosa de músicos, es cosa de todos y para ser parte de ella no necesariamente hay que saber tocar un instrumento. “Los escuchas” son la otra parte de la música, a veces más importante que los músicos. Ese es otro de los objetivos fuertes de Cosiquiando, con esa intención nace y trae a cuestas el Cancionero para que sea una herramienta más para la escuela, ya que sostengo que la formación artística en general debería tener en la escuela un lugar muchísimo más relevante que el que siempre tuvo, incluso hoy en día, para fortalecer el criterio a la hora de elegir qué incorporar al espíritu, ¡y ahí te quiero ver Tinelli! jaja.

¿Qué sintió cuando se prendieron las luces después de todo lo que pasó?

Esa sensación de alegría al llegar a la casa de uno después de un largo viaje y la tranquilidad de saber que «Cosiquiando» está ya en buenas manos, las de todos, y que cada uno sabe bien qué hacer con él porque el sólo recuerdo de un cuento contado por algún mayor viaja por la sangre pidiendo a gritos salir a hacer lo mismo con nuestros hijos: transmitir el mensaje de nuestra cultura.

«Cosiquiando» se fue para Catamarca hace unos días. ¿Cómo sigue la cosa?

¡Sí! Nos fuimos pa’l pago! Replicamos el chou del Libertador allá, en su equivalente, el Cine Teatro Catamarca, con la participación de muchos de mis compañeros de Córdoba más queridos y admirados músicos invitados de allá, como Itatí Álvarez (voz), Cololo Macedo (voz), Antonio Serrano (bandoneón), Jorge Zurita (quena), Ema Romero (acordeón) y el Coro de Niños de la Municipalidad de Andalgalá, que grabó en el disco «Animaladas», dirigido por Martín Cecenarro. Y así va a seguir la cosa, andando de acá para allá, convidado a hermanos de cada lugar a sumarse al viaje. El año que viene arranca veraniega la cuestión, con una gira por Brasil donde presento «Cosiquiando» en Belo Horizonte, Sao Paulo y Río de Janeiro, y desde ya trabajando en un montón de otras escenas de este sueño que ya está en el aire, de las que ya se irán enterando… ¡¡Muahaha!! ¡Abrazo!