Emoción Registrada

Martín Cabrera sobre Superman

10-03-2019 / Emoción Registrada, Lecturas
Etiquetas:

En nuestro espacio destinado a rescatar publicaciones de las redes sociales compartimos un hermoso texto del querido músico y actor Martín Cabrera sobre su abuelo. No te lo pierdas.


Martín Cabrera sobre Superman

Ahí están las viejas y los viejos queridos, devolviendo recuerdos de la infancia en cada gesto, para fortuna de quienes aún les tienen. 

Hace unos días, Martín Cabrera, unos de nuestros artistas más queridos, compartió una pequeña anécdota sobre su abuelo. Una de esas imágenes que quedan para siempre. Con su permiso, nos damos el gusto de compartirla. Acaso encuentres una vivencia similar, propia o cercana, en tu memoria.  

Martín Cabrera – Miércoles 7 de marzo de 2019

«Éste es un trabajo para Superman», decía siempre mi abuelo entre risas, mientras aflojaba con fuerza la tapa de alguna mermelada o de alguna gaseosa que nosotros no podíamos abrir. Digo que la aflojaba porque desajustaba las tapas de los envases que no podíamos destapar para que seamos nosotros, sus nietos, los que nos llevemos todo el mérito de poder abrirlas, para hacernos creer que era nuestra fuerza la que podía ablandar cualquier ajuste. Y, por aquellos años, nada nos daba más satisfacción que poder resolver nuestros propios desafíos.

Así crecí yo, enfrentando retos con las palabras mágicas de mi abuelo, creyéndome Superman, con poderes, invencible y fuerte.

Hubo un día, hace ya algunos veranos, en que lo encontré en el comedor intentando abrir una botella, renegando, frustrado, con pocas fuerzas pero con la misma voluntad de siempre. Me acerqué y se la recibí. «Éste es un trabajo para Superman, Pichón», le dije despacito, con la intermitencia de una sonrisa preocupada y con todos los años de mi vida que salían para abrazar cada palabra sencilla con que evocábamos aquellos poderes adquiridos en mi infancia. Ablandé la tapa y se la pasé de nuevo. Él abrió un vino y lo llevó a la mesa. Delante de mí sonrió un poco pero, inmediatamente después de sonreír, dejó aparecer en su cara una aflicción que nunca antes había visto. Y me amargaron los años dulces que ahora lo debilitan, pero me dieron fuerzas sus ganas de seguir intentando ablandarlo todo. Y me sorprendió ver aquella vez cómo su juventud llena de anécdotas e historias de ferrocarriles y de servicio militar se fue extinguiendo con los veranos, dejándole todo el trabajo duro a Superman. Y me hizo cosquillas en los ojos el paso del tiempo.

Mi abuelo fue mi superhéroe toda mi infancia. Ese día, con sus superpoderes, yo me convertí en su Superman. 

Hace algunos años ya que mi Superman la viene peleando duro. No existe la derrota para quien siempre ha peleado, pienso. Pero los superpoderes son fuerzas finitas que el tiempo y las victorias de sus batallas van gastando. Los milagros no salvan superhéroes, a ellos sólo los salva su propia fuerza. Y me angustia pensar que mi Superman ya esté quedando sin fuerzas. 

A mi abuelo Pichón, que me heredó el superpoder extraordinario de hacer reír, quiero mandarle, a través de estas palabras desesperadas, mis manos llenas de preocupaciones. Para que sean siempre mis manos -y hoy más que nunca- sus superpoderes, las que le ablanden cualquier dolor.