Emoción Registrada

Mariana Palmero sobre cicatrices y derechos

15-02-2020 / Emoción Registrada, Lecturas
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Un espacio para rescatar publicaciones valiosas del olvido. Apenas un gesto de memoria, tramado de palabras compartidas en las redes por personas queridas. Aquí el testimonio de una militante de la vida.


Mariana Palmero sobre cicatrices y derechos

Foto: Julieta Cementerio.

Comunicadora, compañera, militante, investigadora, docente, madre, amiga. Apenas un intento de abarcar los días de Mariana Palmero.

De sus primeros años en Traslasierra vienen las palabras que siguen, conmovedoras por sus marcas tan particulares. Cuando la vida apenas comienza y es imposible recordar lo que nos pasó, la memoria se refugia en algún costado del cuerpo, en ocasiones hasta inaccesible para nuestra simple mirada.

Una cicatriz en la espalda, una imagen, una historia que se repite, un punto rojo en el calendario, un derecho. Un testimonio en las redes sociales, compartido en este espacio, como rescate posible entre las publicaciones que vendrán.

Mariana Palmero – Viernes 14 de febrero de 2020

En septiembre pasado leí una nota de La Tinta sobre el proyecto de Julieta Cementerio. En la nota ella contaba que buscaba retratar historias de cicatrices de mujeres operadas de cardiopatías congénitas. La nota me impactó porque comparto los requisitos: cardiopatía, cirugía, cicatriz.

Leer y mirar los retratos me movilizó, me sentí menos sola. Fue un reencuentro con esa historia tan lejana, con mi historia, con mi marca. Me operaron a los 18 meses, no recuerdo nada. Sólo tengo algunos relatos sobre el hecho, todos recortados y matizados por las anécdotas de una beba al final de los 70, caminando por el Hospital Italiano de Córdoba.

Me puse en contacto con Juli y me preguntó si tenía ganas de hacer un retrato. Acordamos encuentros que no pudieron concretarse hasta hace un par de días, cuando vino a mi casa. Hablamos un rato, me preguntó sobre mi caso, mi cirugía. Traté de reconstruir algún relato. Acordamos que mi cicatriz no es «tan traumática» porque no la veo, porque ocupa la mitad de mi espalda y necesito siempre un reflejo para verla, así medio de costado. Acordamos que el recuerdo de esos días de diagnóstico y operación es casi inexistente en mi conciencia por mi corta edad. Una suerte quizá, un dato del tiempo que, creo, me permitió hacer como si no estuviese ahí, minimizar la experiencia, a pensar la cirugía como un dato más en la historia de mi vida.

Ayer miraba las hermosas fotos que Juli me regaló y me encontré por primera vez de frente a mi cicatriz enorme. Es la huella de una historia recortada, pero ahí está. Recordé las palabras de la mamá de un amigo cuando hace un par de años me contó que «mi operación» fue un caso comentado en el pueblo, que hubo rezos, promesas y pedidos. Me acordé de mi mamá diciendo casi en voz muy baja que mi abuelo se negó a verme intubada y con las vendas. Me acordé de un profesor de natación preguntándome si tuve un accidente porque la movilidad de mis brazos era diferente. Me acordé de mis radiografías para el psicofísico y la rotación de mi columna. De mis hombros en distinto nivel, de mi contractura por querer compensar esa diferencia. De mi omóplato distinto. De mi madre diciendo «casi no se nota».

Pero también pude en estos días saber, gracias a este encuentro con Juli, que no es sólo mi experiencia, que hay muchas historias y que hay también una lucha acá.

En nuestro país nacen aproximadamente 7000 niñes con cardiopatías congénitas, esto es defectos en la estructura y/o función del corazón debido al desarrollo anormal del órgano antes del nacimiento, en la vida fetal. Es la primera causa de muerte en menores de un año de vida. La detección temprana disminuye esa posibilidad y debería ser un derecho. Necesitamos leyes integrales y políticas públicas que acompañen e integren. Necesitamos una ley de cardio que garantice el acceso al diagnóstico y tratamiento en todo el país.

Hay un proyecto que giró a comisiones en el Congreso, tenemos Ministerio de Salud, es posible.

Hoy, 14 de febrero es el Día de las Cardiopatías Congénitas. Hoy circulan en redes miles de corazones. Queremos que anden latiendo igual. Porque no paramos, latimos.

Que latir sea un derecho, para todes.

Como dice la Juli, «nuestras cicatrices ya no son dolor, son huellas y nos abrazamos a ellas» y por ellas seguimos latiendo.