Emoción Registrada

Flor Besso sobre los domingos

17-03-2019 / Emoción Registrada, Lecturas
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En nuestro espacio destinado a compartir palabras valiosas rescatadas de las redes sociales, acercamos un texto sobre la vida misma cuando llega el domingo, escrito por una hacedora de nuestra escena cultural.


Flor Besso sobre los domingos

Cuando vayas al Centro Cultural Graciela Carena la vas a ver. Si no la conocés, te vas a dar cuenta: es una mujer que va y viene todo el tiempo. No se puede quedar quieta. No hay posibilidad. Pareciera que cada detalle tiene que pasar por su mirada: desde el abrazo a cada visitante, hasta lo que haya que hacer y deshacer, antes, durante y después del nuevo antes, durante y después de todo lo que se acomode o desacomode entre esa, su mirada. 

Gente así suele ser necesaria en más de un espacio. Por eso la vas a ver en algún que otro montón de escenarios, entre artistas que le piden esto o aquello porque saben que, de nuevo, no se puede quedar quieta y entonces eso: ahí está, para lo que cada quien necesite: llevar, traer, acomodar, agendar, coordinar, armar, desarmar, programar, discutir, ordenar, acercar, alejar, asumir, delegar y demás cuestiones propias de alguien con baterías inagotables, o al menos eso pareciera, como si no fuera posible pensar que su cansancio es el de cualquiera ante lo mucho que desalienta en el trajín.

El tema es de dónde sacar energías para seguir, cuando el mundo tira para abajo. ¿Es mejor no estar atado a nada? Entonces aparecen los lazos que sostienen, entre encuentros y canciones.

De algo así se toman las palabras que siguen, escritas por Flor Besso, un domingo como este, con una yapa desde el arte del querido Juan Arabel.

Flor Besso – Domingo 17 de marzo de 2019.

El domingo es famoso por ser un día «difícil». Pero yo siempre amé los domingos. Por ser el día en el que la Familia comparte la mesa, el día para disfrutar del verde y, en algunas fechas puntuales, volver de noche, tras una fila interminable de autos que vuelve entre las sierras o por la cuesta del gato, por la quebrada de los cóndores; por el paisaje inmenso de mi San Luis. Un regresar tranquilo, bien preparados para empezar la semana.

El domingo es famoso por ser un día triste, pero a mi siempre me gustó éste día. Cuando era chica, el domingo era el día para ver por más tiempo a mis amistades. En la adolescencia, el día para cruzarme «con el que me gusta». Y ya en Merlo, era el día para disfrutar de los hermanos de la vida, de algún mirador, de la paz de la sierra. Pero siempre, el día para respirar aire puro y de la Familia.

Desde que vivo en una Ciudad repleta de ruido, el domingo es el día para disfrutar de las calles sin tantos autos, y las veredas sin tanta gente. Es el día para caminar en paz, para ver a las personas a los ojos y hasta incluso, para descansar en una feria o visitar a los amigos del verde. Es el día en el que todos caminan más despacio, casi ni se sienten bocinas y los vecinos se levantan tarde y ya no gritan.

Desde que estoy acá, algunos domingos mi Mamá me manda fotos, y la nostalgia me inunda. Otros domingos, algún amigo me recuerda que nos extrañamos y la tristeza me lleva. Otros domingos, tengo que trabajar y la nostalgia y la tristeza no tienen espacio. Hay domingos en los que me pregunto si aguantaré mucho más tiempo acá. Y hay otros en los que no me quiero levantar de la cama.

Este domingo parecía ser de esos que paso en la cama.

Pero leí que Don Olimpio estaba en la tele y salté de la cama para poder verlos. Y ya despierta, vi que había salido el sol y me dieron ganas de estar con mis plantas.

Y me escribió la Ana Belén desde el verde y me recordó que soy millonaria en amistades y que hoy muchos de mis Amigos van a estar en la Plaza en Cuesta Blanca.

Y también recordé que hoy es el Cumpleaños del Ramiro González y que anoche en el Carena nos emocionó con su eternidad, y que quiero brindar con él por sus canciones.

Y ya me dan ganas de festejar con el Emmanuel Albera, y me voy a la Plaza pero vuelvo para beber con él, un vino de amistad y festejo.

Y mientras escucho «Domingo» de la hermosa Memi Vietto, me preparo algo para comer, disfruto del día, de la casa, del silencio en el edificio, de las amistades y del paisaje con el que en breve me cruzaré.

Y el día vuelve a ser el que fue. Un día de música, verde, amigos y familia. ¿El mejor día de la semana?

«En un rincón de esa luz que no se ve,
anda el latido feroz de la niñez.
Un recuerdo de siestas al sol, el baldío y su paz mineral.
Tierra de amor maternal.

Antes de ver mas allá del interior,
fuimos gestando una voz, una canción.
Y en la calle la infancia dejó la esperanza en su estado raigal.
Fuego cantor, nuestro andar.

Y en la fe de un camino nuevo anda la memoria desandando el tiempo, reencontrándose con toda nuestra historia de sal, de batallas vivas que van, que regresan al barrio aquel; ese lugar, y en las alas de la distancia te vuelvo a encontrar.

En la vereda aprendí ciego y audaz,
a ver mas allá del dolor y la oscuridad.
Y la vida en la muerte sembró en mi adentro su luz ancestral,
su plenitud, su verdad.

Siempre que vuelvo a mirar hacia el ayer
un pedacito de mi vuelve a nacer.
Y una ebria guitarra marrón en la esquina se bebe otra vez
todo el fervor de un cantar…»

Juan Arabel.