Tendiendo puentes

La Viajerita presentó «Mundo Barrio»

30-10-2013 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El viernes pasado, en dos funciones que colmaron la Sala Luis de Tejeda, el dúo integrado por Mariela Carrera y Ornela Lanzillotto celebró la nueva música de su último trabajo. Estuvimos para contarlo.


La Viajerita presentó «Mundo Barrio»

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Laura Ciámpoli.

Fue a las 19 horas de un viernes. La hora más querida del día que más queremos, con una temperatura de media estación y un cuarto de media nube asomando allá, por las altas cumbres. Llover tiene que llover. Todos queremos que llueva. Pero un lunes, o un martes como el de ayer. Un viernes no. Porque no. Si no hay incendios, una lluvia de viernes a las 19 horas no es una lluvia. Es una desubicación de agua que cae. Bueno, no llovió.

Las tardecitas de los viernes tiene eso que sabemos bien qué es. Seguro que la felicidad no entiende de horas ni de días, pero digamos, como suele ser un momento al que si le pudiéramos atribuir alguna que otra onomatopeya, las opciones serían: «zzzzzummmm»; «ffffuuussshhh» o cosa parecida que de la idea de «¿la ves? Ya no la ves…», entonces, un viernes a la tarde noche que viene con recital, le tira un lazo a la fugacidad del contento; si la música es nueva, dos lazos; si ya escuchamos el disco y nos encantó, telas del Hombre Araña. La felicidad suele pasar con unas cuchillas antilazos y cortatelas girando a quinientas ochenta y ocho mil revoluciones por minuto. Poderosísimas son. Sisísimas en realidad. Pero tienen una debilidad. Un par de vocecitas cantando juntas, como las de La Viajerita, y oh guarda con las cuchillas. Todavía estamos juntando bolitas de rulemanes.

La Sala Luis de Tejeda, a las 19 horas del último viernes de octubre. Foquitos de colores sobre las butacas; foquitos color estrella, suspendidos sobre el escenario. Foquitos de en los balcones; foquitos por todos lados. La sala sembrada de bombillas, como la calle de Joan Manuel, vestida de «Fiesta». Y ya no cabemos.

Entonces aparecen quienes vinimos a ver aparecer. Ornela Lanzillotto y Mariela Carrera, con unos vestidos a lunares tan lindos y unos músicos tan lindos y un comienzo tan lindo, con «El diablo en los carnavales» y el Pitufo Lombardo cortándole la cinta a «Mundo Barrio» desde algún curvón de la Rambla de Montevideo. Acá nomás, desde el fondo del escenario, Esteban Gutiérrez con un Hang, lucido por un sonido excelente. No siempre suena todo perfecto en los recitales. Sí esta vez. Felicitaciones por el sonido.

La nueva ofrenda del dúo incluye obras de artistas queridos y composiciones propias que venimos disfrutando desde sus presentaciones anteriores, como «Collage», de Mariela Carrera, embellecida en el estreno del viernes por la guitarra de Daniel Soria y la flauta melódica de Andres Coppa, tocando desde un balcón, para emoción de Ornela, mirándolo desde el escenario, en una especie de escena invertida de Romea y Julieto. No es que queramos decir una cosa por otra, pero parece que entre Andrés y Ornela hay onda. No es por nada peeero… Parece. La vida, que como dice Mariela  en su letra, «no es otra cosa que el río que se va..», se queda a veces en la mirada de los enamorados. Chin chin.

De la zamba de Carrera al samba de Lanzillotto. «Vino y salamín», con Esteban en merimbao y campanitas, y Fede Seimandi en contrabajo. Ya nos aprendimos la letra. Una pausa antes de seguir, para decir esto: es una alegría poder sentir que cantamos una canción compuesta en Córdoba, acá a un par de cuadras, como solemos cantar letras que suelen venir con un taladro para abulonarse en la memoria, menos por simple mérito musical que por repeticiones pagadas en espacios multitudinarios. De a poco, según los gustos, se van quedando letras de los Toch, de los Apolo Beat, de los Bosques de Groenlandia y de tantos otros.

Una parte adorable del repertorio de La Viajerita celebra a la mujer, desde el saludo con acordeón y guitarra a las grandes referentes, como Teresa Parodi, cuando cantan «Esa musiquita»; desde la versión genial de «Atenti pebeta», tangazo de Ciriaco Ortiz y Celedonio Flores, incluido en el disco debut; o desde «No voy a ser yo», de Johansen y Drexler, que sienta posición sobre cómo habrá que manejarse para que «la cosa funcione».

Con acordéon, guitarra, cajón, sonajas, cuerdas de violín y cello por Huayra Bustillo y Sofía del Moral, avanza una noche que cambia el aire para otra joyita del disco: «En diminutivo», hermosa letra y música de Ornela, dedicada a su sobrino.

Dijimos que este viernes no. Pero «Llueve», de Drexler, sonó como una plegaria de escobillas y bombo, para regar las tablas y que florezca un jardín de talentos alrededor de La Viajerita. Con la participación de Fabián Ramírez en percusión, Jenny Náger, Julieta Ghibaudo y  parte del grupo de chicos que participaron de la grabación, suben a cantar «Puentes que se tienden». Una fiesta que sigue sumando amistades para «Tango negro», con bajo de Federico González y cuerda de candombe a manos de Matías Martínez, Rodrigo Villanueva y Marcos Ramírez. De Paulinho da Viola, «Timoneiro», «para que la cantemos todos… Ahora que me doy cuenta, ¡la única que les pedimos que canten está en portugués!»

Del gran Luis Alberto Inmortal, de su «Kamikaze» eterno, «Águila de trueno», con Esteban tocando desde el público a cargo de un arreglo de percusión para pedirle a Gabriel que junte su cuerpo y responda por nosotros. El bajo de La Pata de la Tuerta felizmente aquerenciado en el escenario, saluda a Andrés Coppa, que bajó del balcón y suma melodías a «La germinación», de Mariela, que se olvidó la letra sólo para que entendamos parte de tanta emoción.

Aguacero de agradecimientos a tanta gente linda que hizo posible el nuevo disco, cuya presentación amaga con terminar con «Suenan los barrios». Hay un aplauso largo, de alegría agolpada, y unas sonrisas dignas del ojo de Laura Ciámpoli.

Cada formación, de cualquier música, tiene canciones inexcusables. La Viajerita no puede bajarse del escenario sin cantar «Quiero tus ojos», por la maravilla de los vaivenes de las voces, que sólo necesitan palmas contra los muslos como instrumentación.

Fin de la primera función. En minutos la segunda. En poco tiempo, Mundo Barrio por los barrios del mundo que el río de la vida decida.