Por Luciano Debanne.
Mantenga su chiste hasta el final.
No claudique a la tentación amable de la explicación.
No reduzca la potencia disruptiva en nombre de la conciliación.
No renuncie a la gracia en nombre de quienes son incapaces de leer más allá de la literalidad.
No violente su pequeña rebeldía.
No acobarde su humor.
Serénese. Respire. Afronte las incomprensión. Acentúe.
Y si la adversidad crece, rodee su gracia de silencio y paciencia.
No retroceda salvo en caso de error.
No se disculpe salvo en caso de ofensa canallesca involuntaria.
El mundo necesita de la persistencia de lo profano.
Milite la carcajada o cuantimenos la sonrisa discreta de quien por cariño, respeto o azar, se dispuso a escucharle.
Sea alegre y haga el bien alegrando a los demás.
Con inteligencia y sagacidad.
Nada le hace más daño a este mundo que los rituales conservadores de los que hicieron de su chatura una formalidad.