Por Fer Vélez.
La antigua plaza americana del año 1760 queda en el barrio del Rimac, el distrito más viejo de la ciudad de Lima. Su origen data de la fundación de Pizarro en 1535. Las construcciones son coloniales, ornamentadas y de dos plantas, todo construido en adobe, piedra y madera. La plaza de toros conserva esas características.
Hasta aquí, todo es descriptivo. ¿Cuál es el asunto? Al enterarme de la existencia de esa plaza, tuve curiosidad por conocerla. Cada vez que compartí mi interés entre los peruanos, el comentario fue recibido con desdén, tibieza y hasta desaprobación. Las razones de cada interlocutor no fueron las mismas. En dos oportunidades, la reacción tuvo que ver con que, en este momento, existe en Lima un grupo de ambientalistas y proteccionistas de los animales que está en contra de la tauromaquia y ha pedido que la plaza sea demolida. Por lo pronto, se mantiene cerrada.
Otro caso fue el de un guía de museo que me recomendó visitar las ruinas de Pachacamac en lugar de la plaza de toros. Sin dudas tenía razón, pero su mal gesto no se debió a que la plaza no tuviese valor arquitectónico; tampoco fue por razones proteccionistas. Su desaprobación se debió a que la plaza representa la dominación española, al igual que cada una de las iglesias en Lima.
Finamente no fui a la plaza de toros del Rímac y visité las ruinas de Pachacamac, increíbles por cierto. En la base del templo del sol, me llamó la atención una construcción de color rojo y forma circular, fuera del predio de las ruinas. No lo pude creer. Se trataba de una plaza de toros rodeada de verde arboleda, pequeña pero operativa. Me quedé pensando en el pedido de los proteccionistas de demoler la antigua plaza en el Rimac, y en el gesto de desaprobación del guía inca.
Pensé que si se pide demoler una plaza de toros como esa, por representar la atrocidad hacia los animales, específicamente los toros, ¿qué deberíamos pedir para el Coliseo romano? ¿Qué deberíamos pedir para cada iglesia en Lima que representa la ejecución de la santa inquisición?
Notas relacionadas
Coca, Sprite y Agua en el Museo Dionisi
Hay gente tan desubicada que asiste a las inauguraciones de las muestras en los museos con el propósito de ingerir bocaditos y beber gaseosas, como si el arte no fuera suficiente banquete. En fin, aquí los hechos.
¡Lo tenés que leer!
Una novela publicada en 1972 cuya edición desapareció casi por completo al estallar una bomba el 24 de marzo de 1976. Aquí una historia sobre "Aiveremos", contada por el hijo del autor.
