Por Victoria Montenegro | politicaysociedad@redaccion351.com
El primer paso fue dejar de reconocer este como el día de la raza. El segundo paso es aún más difícil, pero no imposible.
Pensar a América como civilización emergente es un proceso que requiere mucho más que dejar plasmado en los papeles las buenas voluntades de reconocer la inmensa diversidad que habita nuestro territorio. El verdadero cambio está en planificar un futuro en base a la heterogeneidad. La problemática siempre ha sido el otro, al verlo como obstaculizador del desarrollo y no como el miembro de la comunidad. Adolfo Colombres lo explica muy bien cuando dice que “la presencia de los pueblos indígenas y negros es vista como un serio obstáculo al desarrollo y un remanente a ser erradicado, sobre todo cuando sus valores culturales no se reducen a demostraciones folklóricas que montan la coreografía de la sumisión sino que apuntan a una estrategia política y una racionalidad económica diferentes, con el propósito de avanzar por un camino propio”. Una de las raíces que puede explicar esto, es la negación de Europa en tiempos de la Independencia, que no fue una negación de la europeidad misma, la división fue entre europeos de Europa y europeos del exilio, como lo explica Walter Mignolo. Querían ser americanos, pero sin cortar el vínculo con lo civilizatorio, para diferenciarse de los indígenas y los negros.
¿Cómo revertir un proceso de cinco siglos que no ha hecho más que relegar a nuestra esencia a un lugar de hediondez? Tomar conciencia. Aunque la frase suene muy trillada, es el fortalecimiento de las sociedades como redes de contención las que harán al Abya Yala una civilización con identidad propia. Dejar a un lado la visión capitalista del individualismo como nueva religión, darle la espalda y crear movimientos colectivos que impulsen a las masas a la construcción de algo distinto. Es el vaciamiento de las ideas y la demonización de los movimientos sociales lo que nos corta la libertad de crear y nos conduce a una irremediable enfermedad mental como sociedad.
“Es la cultura, estúpido”
El 12 de octubre de 1492 comenzó uno de los genocidios más grandes de la historia universal, aunque a veces no se la reconozca como tal. En su desesperada búsqueda de alcanzar a Europa, España vio la oportunidad y arrasó sobre el Abya Yala (nombre dado al continente americano por el pueblo Kuna), destruyendo la cultura de los pueblos originarios. Cuando hablamos de recuperar la identidad y la cultura, esta no debe ser entendida como un modo fundamentalista y cerrado, de otra manera se cometería el mismo error. Se trata del diálogo, de la relación entre los sujetos, del reconocimiento del otro y de la descolonización mental como proceso emancipador y constructor de una identidad autónoma. Cultura como sinónimo de pluralismo, cultura del “no uso de la diferencia para legitimar una dominación”. Absolutamente nada nos impide construir, desde la matriz, un proyecto que nos permita mirarnos con nuestros propios ojos y no con los ojos de Occidente. No habrá proyecto sin la voluntad de alejarnos de los modelos impuestos y la eliminación de los prejuicios y la discriminación.
El desafío
Sería pues, centrar todo en dos opciones: nos levantamos y emergemos como una civilización consciente de sus raíces y sus particularidades con un proyecto autónomo, o quedamos relegados al papel de ser un occidente de segunda mano al servicio del desarrollo del “Occidente verdadero” dejando que nuestras clases dominantes liberen la suerte de América a las decisiones de los países desarrollados que solo ven nuestro territorio como un campo fértil apto para sus prácticas.
“Ya es hora de que la filosofía mueva los labios, y no para seguir explayándose en sus viejas miserias, sino para abordar el espinoso tema de la identidad y articular las bases de nuestra racionalidad, entendida como una alternativa a la Razón con que nos colonizaron”.
Origen de «El Día de la Raza» en Argentina
Decreto 7112/1917 por el que se declara Fiesta Nacional el día 12 de octubre.
Buenos Aires, Octubre 4 de 1917.
Visto el memorial presentado por la Asociación Patriótica Española, a la que se han adherido todas las demás sociedades españolas y diversas instituciones argentinas, científicas y literarias, solicitando sea declarado feriado el día 12 de Octubre y
Considerando:
1º.- Que el descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores se derivan de este asombroso suceso que a la par que amplió los lindes de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.
2º.- Que se debió al genio hispano -al identificarse con la visión sublime del genio de Colón-, efemérides tan portentosa, cuya obra no quedó circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa ésta tan ardua y ciclópea que no tiene términos posibles de comparación en los anales de todos los pueblos.
3º. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos estos factores obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones americanas.
Y por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de esta fecha en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento,
El Poder Ejecutivo de la Nación
Decreta:
Artículo primero: Declárase Fiesta Nacional el 12 de Octubre.
Artículo segundo: Comuníquese, publíquese, dése al Registro Nacional y archívese.
(Firmado): Hipólito Yrigoyen – R. Gómez – D.S. Salaberry – F. Álvarez de Toledo – J.S. Salinas – H. Pueyrredón – Elpidio González – Pablo Torello.