Derechos Humanos

Los separó el horror, los unió la lucha y el amor

6-08-2014 / Política y Sociedad
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Desde Redacción351 celebramos la recuperación del nieto 114 y acompañamos la lucha de Madres y Abuelas hasta el final.


Los separó el horror, los unió la lucha y el amor

Por Redacción351
Fotografía:
Ricardo Siri Liniers 

El día 5 de agosto de 2014 quedará marcado para siempre en la historia Argentina. Es el día en que la vida puso luz sobre sombras otorgando el mejor final a una historia de lucha, desesperación, perseverancia y profundo amor.

Guido Carlotto es el nieto recuperado 114. Su abuela Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, ve en su aparición el fruto de una larga lucha que ella, junto a cientos de madres y abuelas, llevan adelante desde hace más de 35 años. Porque con Guido, y con cada uno de los nietos que aparecen, la sociedad argentina recupera una pieza más en la construcción de una memoria colectiva que es urgente, imprescindible y definitiva.

El año 1977 marcó un cambio abrupto en la vida de Estela, esta maestra de primaria que se repartía entre el trabajo en la escuela y el trabajo en su casa. El 5 de agosto de ese año las Fuerzas Armadas secuestraron a su esposo, quien fue liberado luego del pago de un rescate. Ya a finales de noviembre, los militares genocidas se llevaron a su hija arrebatándole una parte de su vida y, al mismo tiempo, convirtiéndola inconscientemente en un símbolo de lucha.

Laura Estela Carlotto era estudiante de Historia en la Universidad Nacional de La Plata y su militancia política estaba ligada a la Juventud Peronista. Al momento de su secuestro tenía 23 años y estaba embarazada de dos meses y medio. Laura transcurrió todo su embarazo entre los Centros Clandestinos ESMA y “La Cacha” dando a luz en cautiverio en junio de 1978. Ella fue asesinada dos meses más tarde sumándose así a la interminable lista de crímenes, desapariciones y vejaciones perpetradas por la última dictadura cívico-militar.

Lo que nunca imaginaron los genocidas es que con ese secuestro, y con cada uno de los secuestros y asesinatos que cometieron durante 7 años de horror, estaban dando origen a una de las luchas más valientes, genuinas y ejemplificadoras de la historia argentina. De la desesperación y el sufrimiento nacieron las Madres buscando a sus hijos, las Abuelas buscando a sus nietos y, con el tiempo, los H.I.J.O.S buscando la verdad sobre sus padres.

A estas viejas nunca pudieron callarlas. Las reprimieron, amenazaron, intimidaron. Les dieron la espalda, les cerraron las puertas. Las trataron de “locas”, “zurdas”, “subversivas”. Pero nunca pudieron frenar su búsqueda, esa fuerza inquebrantable que las hace levantarse cada día con la esperanza de que ese es el día. “Hoy va a aparecer mi nieto”, “hoy voy a saber a dónde están los restos de mis hijos”. Nunca pudieron frenarlas porque su lucha está fundada en el amor, la búsqueda de la verdad y la justicia. Son un ejemplo para todos.

Ayer, la vida o el destino le dieron un premio a esa vieja hermosa, de voz calma pero firme y de una fuerza incalculable. Ayer Estela encontró a su nieto, y todos sentimos que lo habíamos encontrado. Porque Guido y cada uno de los recuperados y por recuperar son en parte nuestros, los sentimos, sufrimos y vivimos así.

Eduardo Galeano escribió alguna vez que el primer y último gesto humano en la vida es el abrazo. Estela, en la misma sintonía, dijo que no se quería morir sin poder abrazar a su nieto. Hoy, mañana y cada uno sus días Estela y Guido se darán un profundo abrazo. Nosotros, hoy más que nunca, nos abrazamos a su ejemplo, a su lucha y a su compromiso, porque sabemos que el camino transitado por estas madres y abuelas nos conduce definitivamente a una sociedad mejor. Una con memoria, verdad y justicia.