Megacausa La Perla – Día 16

Juicio Menéndez III: la sobreviviente que “cerró” La Perla

12-03-2013 / Política y Sociedad
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Teresa Meschiati estuvo secuestrada durante dos años y tres meses, y fue la última detenida en recuperar la libertad. Luego de este episodio, La Perla cerró sus puertas guardando en su interior las huellas del horror.


Juicio Menéndez III: la sobreviviente que “cerró” La Perla

Por | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: Gentileza Manuel Bomheker

Durante la jornada continuó la declaración de Héctor Kunzmann, quien había comenzado su testimonio el pasado jueves 7 de marzo.

El testigo  respondió a los interrogantes de las querellas y defensas. Al ser consultado sobre la participación de algunos de los imputados en el llamado Comando Libertadores de América expresó: “Muchos hacían referencia a ello, reconocer haber participado es reconocer que se secuestraba, torturaba y asesinaba mucho antes del golpe de 1976”.

Posteriormente, la defensa pidió que se realice un careo entre el testigo y  algunos de los imputados por una supuesta contradicción en las declaraciones de Kunzmann.  El tribunal no hizo lugar al pedido de careo.

La última en recuperar la libertad

La tarde del 25 de septiembre de 1976, Teresa Meschiati caminaba por las calles de barrio General Paz cuando fue interceptada por un grupo de tareas. “No sé de donde salió este grupo de personas pero uno de ellos me apuntó con un arma en la cabeza. Ahí me redujeron, golpearon y trasladaron en un coche a La Perla”, relató Teresa.

La testigo era militante de la organización Montoneros. Al momento de ser secuestrada tenía 32 años y un hijo de un año de edad. Narró que por aquel tiempo  prácticamente había abandonado la militancia para dedicarse a la crianza de su hijo Gustavo.

Según los dichos de la testigo, del procedimiento en que fue detenida participaron, Manzanelli, Barreiro y Acosta. “Ahí me llevan directo a La Perla y Barreiro me dice que él estaba a cargo en ese momento”, recordó.

Apenas ingresó al campo de concentración, Teresa fue trasladada a la sala de torturas y comenzó una “sesión” que duró aproximadamente 3 horas. El objetivo de sus captores era conseguir la dirección de su casa y el nombre de su compañero. “En la sala de torturas estaban presentes Barreiro, Romero, López y Manzanelli, que era quien tenía las picanas”, afirmó la testigo.

Luego de esas horas de tortura, Teresa informó a sus captores sobre una cita falsa para lograr librarse de ellos por unas horas. Cuando volvieron del operativo sin ningún resultado, los represores descargaron toda su furia contra ella.

“Yo los mandé a una cita falsa para que me dejaran de torturar. Cuando volvieron estaban furiosos y ahí se descargaron con todo. Me torturaron con 220 de voltaje”, recordó.

Después de permanecer 2 o 3 días en la sala de tortura, Teresa fue trasladada a «la cuadra», lugar donde alojaban a los secuestrados.

La primera vez que Meschiati presenció un traslado fue en el mes de noviembre de 1976. En ese momento, le preguntó ingenuamente a una compañera a dónde se llevaban a los detenidos. Teresa comentó que la respuesta fue “se van al pozo”. “En ese momento realmente comencé a sentir terror”, expresó.

“El más duro en las torturas era “Palito” Romero porque no me dejaba descansar. López me asustaba con cigarrillos encendidos que me los acercaba a los ojos. Me mojaban con trapos para que la descarga fuera más fuerte”, manifestó.

La primera vez que Teresa lo vio a Vergéz en La Perla fue en 1977 y recuerda que todos los detenidos en la cuadra presenciaron la tortura que éste le aplicó a Mercedes Santucho. “La agarro contra una pared y le dijo que era muy linda pero igualmente le iban a aplicar la (picana) 220 en la vagina”, relató la testigo.

La vida en La Perla

Meschiati afirmó que le resulta difícil narrar cómo era un día en La Perla. Durante los años 1976 y 1977 se realizaban numerosos procedimientos por día. Comentó que se escuchaban los ruidos de las torturas y que hasta mediados de 1978 estuvo en «la cuadra» durmiendo en el suelo y con los ojos vendados.

“Los días que se realizaban traslados había un rito. López gritaba ¡Camión!, ahí nos vendaban los ojos y venía el gendarme a llevarse a los prisioneros. Fue un momento muy difícil”.

En relación a la suerte que corrían los secuestrados, afirmó que todos eran torturados y que el propio Manzanelli expresó que por su mano pasaron todos. “Nosotros escuchábamos los gritos de las torturas y vimos morir a muchos compañeros en la cuadra”, expresó.

Los carnavales del ’77

En febrero del año 1977 se llevó a cabo lo que se conoce como «los carnavales del ’77». Esto consistió en numerosos operativos donde se programaban fusilamientos de 3 personas por día. “Venía un camión y trasladaban a 3 detenidos. Los camiones iban y venían muy rápido, en media hora estaban de vuelta y vacíos así que los fusilamientos deben haber sido cerca del predio”, recordó Meschiati.

Este tipo de operativos respondía, aparentemente, a lo que los represores llamaron “el pacto de sangre”. El objetivo era que todos y cada uno de los integrantes de los grupos de tareas y de las guardias participara en los fusilamientos y posterior desaparición de los cuerpos.

“Tenemos que saber dónde están nuestros desaparecidos para poder enterrarlos y llevarles una flor. Es algo que no se termina, ¿Por qué no dicen a dónde están los compañeros? Es algo que necesitamos saber para poder hacer un duelo aunque sea pequeño”, concluyó Meschiati.

A mediados de 1978, Teresa comenzó a reencontrarse con la libertad. Las personas que estaban a cargo de La Perla le ofrecieron realizar trabajos domésticos en el lugar, a cambio de volver a dormir a la casa de sus padres diariamente. Así, la testigo debió presentarse todos los días en el Campo de Concentración para barrer y baldear los pisos, y limpiar los vidrios.

El 28 de diciembre de 1978 Teresa fue a trabajar a La Perla por última vez. Ese día, antes de retirarse, el militar a cargo le dijo que se vaya a su casa y no vuelva nunca más. En ese momento Meschiati quedó en libertad “vigilada”.

Finalmente, en 1980 Teresa escapó a Brasil y posteriormente a España. Allí no logró radicarse y se trasladó a Ginebra, donde finalmente se refugió como exiliada política.